De conflictos y el “fuera de juego” de los mediadores
Si antes de la era del Gobierno de Evo Morales la mediación de la Iglesia Católica, de la Defensoría del Pueblo y de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos facilitaba el diálogo entre las partes en conflicto y coadyuvaba en la resolución de los mismos; en la actualidad, ante los conflictos y movilizaciones sociales, el Gobierno ha prescindido de esas instituciones y afronta directamente y sin terceros la resolución de las controversias.
El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Cesar Navarro, asegura que la mediación de esas instituciones es “completamente innecesaria”, pues aquellos “mediadores” surgieron cuando empezó a manifestarse “la crisis política, primero gubernamental y luego estatal”, que generó la pérdida de autoridad política de los gobiernos de turno ante la sociedad; algo que en la actualidad no ocurre en el Gobierno del MAS.
El reciente conflicto por un pliego petitorito de la Central Obrera Boliviana, que entre otros aspectos incluyó un incremento salarial superior al 10%, demostró que para el Ejecutivo no es necesario acudir a instancias de mediación para solucionar una problemática. Sin embargo, la controversia duró 13 días, implicó desacuerdos entre los actores, además de una serie de marchas, huelgas, bloqueos, e incluso tuvo una escalada de violencia cuando el 15 de abril policías y maestros se enfrentaron en la Apacheta, resultando de ese hecho heridos de ambos lados.
Mediación y posturas
Quienes son estudiosos de la mediación, la consideran como una “herramienta alternativa” para resolver conflictos entre dos o más partes, con la ayuda de un tercero “imparcial”. En Bolivia, en su momento se acudió a lo que los expertos llaman “mediación social”, cuando una “organización” en la que las dos partes confían, coadyuva en tareas para arribar a acuerdos. Aquella labor la realizaron en el pasado: la iglesia, DDHH y la defensoría.
No obstante, las primeras dos confirman que el Gobierno prescinde de esas instituciones en la resolución de conflictos. Yolanda Herrera, presidenta de DDHH, asegura que “hay una lógica desde el Ejecutivo de solucionar sus conflictos de manera directa”; mientras que el vocero de la Arquidiócesis de Santa Cruz, Marcial Chupinagua, considera que el hecho que no se acuda a la mediación es parte de “la política” del Gobierno y “de su manera de lidiar con los conflictos”.
¿Pero, por qué aquellas instituciones otrora mediadoras, ahora se limitan a emitir “pronunciamientos para influir en la solución de los conflictos”, como comenta Herrera; o a pronunciarse sobre “el rumbo del país”, como deja entrever Chupinagua?.
Waldo Albarracín, ex Defensor del Pueblo y ex presidente de DDHH, asegura que en el pasado existió "una apertura de los diferentes gobiernos y de los sectores sociales en conflicto para viabilizar una solución amistosa entre partes vía el diálogo”, lo cual no existen en la actualidad, porque “ el Gobierno ha prescindido unilateralmente de cualquier alternativa de diálogo”.
Herrera afirma que se debe a que estamos ante un escenario distinto al que caracterizó “los periodos neoliberales”, que se expresan en la existencia de “algunos canales que no se rompen totalmente en un conflicto”, lo que hace que esos “hilos” permitan que “fluya un nivel de encuentro, aunque sea mínimo, pero que sea permanente”.
Una visión diferente tiene el secretario ejecutivo de la COB, Pedro Montes, para quien ya no existe ese panorama de mediación porque “las instituciones han sido ganadas por el Gobierno”, y porque algunas personalidades “perdieron autoridad”.
Una mirada a futuro
Desde el Ejecutivo, el Viceministro Navarro explica debido a la pérdida de autoridad de los gobiernos, en el pasado, “si no había mediadores, tampoco posibilidades de diálogo”. En la actualidad, señala, “en ningún momento el Gobierno ha perdido autoridad política ni legitimidad”, y a eso se debe a que “a la convocatoria inicial de diálogo que lanza el Presidente acuden 31 dirigentes, y a la segunda 35”. Por ello, para Navarro es innecesaria la presencia de mediadores.
Sin embargo, Herrera considera que “un mediador para este nivel de encuentros siempre va ser ineludible”. Mientras que Albarracín señala que la forma como ha caído la popularidad del Presidente y del Vicepresidente “más bien hace ver que ellos tienen que ir pensando en retomar la alternativa del diálogo como un instrumento de solución pacífica”, y en todo caso ver a la mediación como una “alternativa”.
“No hay mediación si no hay quien la requiera”
Un proceso de mediación no es posible cuando las partes del conflicto no acuerdan el aceptar a una parte tercera para mediar ante la controversia, explica Pedro Gómez Rocabado, miembro de la unidad de Transformación de conflictos de la Fundación Unir.
“No es posible una mediación en donde las partes no estén de acuerdo en aceptar un tercero. Y en este caso por lo menos el actor Gobierno demostró desde hace varios años que no está dispuesto a (aceptar) un actor tercero”, asegura el especialista.
Gómez expone que la mediación es una herramienta que forma parte de “los medios alternativos para solucionar conflictos”. Resalta que Explica que algo favorable de esa herramienta es que el tercero no decide por las partes, sino que éstas entre las “dos construyen una salida”.
Este experto comenta que la “mediación social” busca “bajar las tensiones de las partes”, evita “la escalada de violencia”, y hace que éstas puedan “escucharse y hacer a un lado eso que se llama “diálogo de sordos”.
Asegura que el “momento óptimo” para que la mediación ingrese en una controversia es cuando se da la “escalada del conflicto” o cuando llega “la desescalada”, que es cuando “la gente se ha agotado”.
En el primer caso porque si las partes llegan a aceptar a un mediador es porque “están conscientes” de que “quieren resolver ese conflicto”, porque de otra manera éste avanza a la “crisis”, que es cuando una de las partes cree que tiene más poder que la otra y puede ganarle la pulseta.
En el segundo, porque llega un momento en que la gente se ha agotado y en ese instante las partes sienten que necesitan un tercero para resolver su conflicto.
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