Desde 1982, cuatro extranjeros de ultraderecha cayeron en el país
En Bolivia se ha apresado a extranjeros de ultraderecha, neofascistas y hasta nazis, quienes fueron capturados por las autoridades nacionales debido a los delitos que cometieron en sus países de origen.
En esta lista figuran el alemán Klaus Barbie, el italiano Pierluigi Pagliai, su compatriota Marco Marino Diodato y el argentino Luis Enrique Baraldini, quien fue expulsado recientemente.
Según el relevamiento realizado por Página Siete eran, aunque no todos, prófugos y encontraron en el país más que un refugio: alcanzaron notoriedad al prestar asesoramiento a los gobiernos de facto. Incluso, si se examinan sus antecedentes, se les atribuye haber atentado contra el orden constituido.
Culminada la Segunda Guerra Mundial, Klaus Barbie escapó de Europa por la llamada “ruta de las ratas” y se refugió en el país, pese a los pedidos insistentes de extradición de Francia, donde se desempeñó como jefe de la Gestapo en Lyon. En ese cargo, el también conocido como “Carnicero de Lyon” torturó y eliminó a Jean Moulin, de la resistencia gala a la ocupación nazi.
Cuando ya había logrado establecerse en Bolivia, Barbie fue condenado a muerte dos veces por las torturas y asesinatos que perpetró en Francia. En 1957 se nacionalizó boliviano. Se vinculó con los distintos gobiernos militares, pero alcanzó mayor protagonismo desde el golpe de Estado de Luis García Meza.
Vivió en Bolivia 32 años. Se le atribuye la creación de “Los novios de la muerte”, un grupo paramilitar de extranjeros de extrema derecha que respaldaban el golpe del 17 de julio de 1980, que le arrebató la presidencia a la mandataria Lydia Gueiler. Restituida la democracia, Barbie fue expulsado en 1983 a Francia, donde fue juzgado nuevamente y condenado a cadena perpetua. Murió en 1991 de cáncer.
El italiano Pierluigi Pagliai formaba parte de “Los novios de la muerte”. Llegó al país junto a otros extranjeros fascistas, que en agosto de 1980 fueron autores, en Italia, de “la matanza de Bolonia”, donde murieron 85 personas y más de 200 quedaron heridas. Fue detenido en octubre
de 1982. Su apresamiento causó revuelo en la comunidad internacional, ya que en un intento p
or escapar se enfrentó a tiros y resultó herido gravemente. Ya en Italia, falleció un mes después luego de una larga agonía.
Hay quienes argumentan que su compatriota Marco Marino Diodato también formó parte del grupo paramilitar mencionado, según el libro Diodato, el final de un fugitivo, publicado en 2008 por el periodista cruceño Herland Campos.
El ex policía italiano, vinculado con la mafia de su país, fue acusado de distintos delitos en Bolivia, pero fue encarcelado por narcotráfico. No obstante, el 31 de enero de 2004 se fugó de una clínica cruceña, donde estaba internado por problemas cardiacos.
Una versión señala que Diodato, durante 2008 -cuando la oposición regional llevó a cabo según el Gobierno el “golpe cívico prefectural” -, “retomó sus actividades de asesoramiento” a la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), además que estaba “protegido por miembros” del Comité Cívico de Santa Cruz y “otros líderes” de la “media luna”, según el artículo Diodato, historia de un exterminador en Bolivia, difundido en septiembre de ese año por el periodista Wilson García Mérida.
El artículo también señala que la muerte de 13 personas en Porvenir en Pando tuvo “el inconfundible sello neonazi de un exterminador como Diodato”.
El represor y “carapintada” argentino Luis Enrique Baraldini fue expulsado de Bolivia el pasado 25 de diciembre, después de que ingresara hace ocho años. Durante la dictadura en su
país, entre 1976 y 1979, Baraldini fue jefe de la Policía de la provincia de La Pampa e incurrió en muchos delitos contra los derechos humanos. Será juzgado por más de 300 secuestros y torturas.
Según la ministra argentina de Seguridad, Nilda Garré, Baraldini participó en 2009 de un intento de magnicidio contra del presidente Evo Morales; además, dijo que contó con la protección d
e su yerno que trabaja en la Alcaldía de Santa Cruz como responsable del área de seguridad ciudadana.
Baraldini desempeñó en Bolivia el cargo de agregado militar en 1980 y fue profesor de oficiales bolivianos; se asegura que estuvo vinculado “activamente” en el Plan Cóndor, coordinado por las dictaduras del Cono Sur.
Carlos Soria G.: "Se dieron las condiciones para este escenario"
Hay una coincidencia de tres elementos: ex nazis que asesoraban a gobiernos; además, ellos difundían su ideología y, claro, hacían negocios para sobrevivir. Estos elementos
coinciden con el espionaje estadounidense que en medio de la Guerra Fría intenta controlar a los gobiernos e impedir cualquier brote subversivo, según ellos. Estos componentes coinciden, además, con militares bolivianos al mando de gobiernos dictatoriales en Latinoamérica, en general, y en Bolivia, en particular. Por lo general, los gobiernos militares se caracterizaban por no contar con principios y ser fanáticos de la ideología de la seguridad nacional. Entonces, obnubilados por la ideología anticomunista, junto a su falta de principios y escrúpulos, estaban dispuestos a hacerse
del poder como forma de enriquecerse.
Entonces, la posguerra da lugar a que muchos ex nazis se hayan camuflado. Estos personajes, luego de ingresar a determinado país, se reagruparon, establecieron contactos, hicieron redes de información y trataron de inmiscuirse en esas naciones para hacer fortuna con el asesoramiento de gobiernos dictatoriales.
En algunos casos, algunos ex nazis estaban vinculados con la CIA. Klaus Barbie trabajó en una red sudamericana de ex nazis, que otorgaba información a ese organismo.
Ahora bien, las dictaduras latinoamericanas han creado sus propios organismos dedicados a la represión e incluso tuvieron planes de coordinación, como es el famoso Plan Cóndor de amplio alcance.
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