Calles de Warisata llevan el nombre de sus caídos en la “guerra del gas”

La plaza 20 de septiembre de Warisata
Todos los días, Marlene Rojas solía recorrer a pie la misma ruta para llegar a su escuela. Se desplazaba desde su casa, a unos quince minutos de su centro educativo, por un camino que aún hoy es de tierra.

La pequeña cursaba segundo básico, tenía ocho años, y según estima su padre, Eloy Rojas, hoy estaría a punto de ingresar a la universidad. No obstante, el 20 de septiembre de 2003, la bala que ingresó por la ventana de su casa la mató. Era el prolegómeno de la guerra del gas.

Hoy aquella ruta, que habitualmente transitaba, lleva su nombre. Las autoridades de Warisata decidieron denominar a tres vías con los nombres de las tres víctimas que murieron aquella jornada fatídica.

Poblador muestra la calle Marlene Rojas.
Así, la calle que va hacia la casa del que en vida fue el profesor Juan Cosme, fue designada de igual forma con su apelativo; y más arriba, se nominó a una vía con el nombre del normalista Simael Marcos Quispe. Los tres murieron aquel día.

Manuel Huallpa, secretario de hacienda de la junta de vecinos, argumenta esa decisión de la siguiente manera: “Se nos ocurrió ponerles su nombre a las calles porque han ofrendado su vida por Warisata”.

En septiembre de 2003, el entonces Gobierno presidido por Gonzalo Sánchez de Lozada desplazó un operativo militar para “rescatar” a los turistas de esa región, quienes debido al bloqueo carretero que se registraba, no podían retornar de Sorata.

Las fuerzas combinadas ingresaron a Warisata con la finalidad de rescatar a las personas que estaban retenidas por los campesinos. Las cosas iban de tal forma que el propio ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín, llegó entonces a esa población en un helicóptero y anunció la liberación de los rehenes.

Los vehículos que transportaban a militares y policías desde Achacachi hacia Warisata se encontraron con una zanja cavada en el camino. Poco después empezó la balacera que culminó al anochecer de aquel 20 de septiembre con la muerte de Rojas, Cosme y Quispe.

Edwin Miranda, quien ese año fue miembro de la junta de vecinos, recuerda que las distintas subcentrales y los vecinos se organizaron, principalmente, con el objetivo de “defender el gas”.

Warisata
“El Gobierno del MNR mandó a acribillar al pueblo de Warisata porque ponía resistencia durante dos semanas, con bloqueos y huelgas. Las fuerzas combinadas –policías y el Ejército- vinieron a acribillarnos. Hubo un enfrentamiento de arma a arma. Pero, ellos nos han provocado”, recordó.

Para más de un warisateño, lo que pasó en septiembre y octubre de 2003 -que culminó con la renuncia de Sánchez de Lozada y su posterior huida a EEUU- fue una “revolución”, algo que marcó a “sangre” la historia de este lugar.
“Se cumplen diez años de la revolución que pasó en defensa de los recursos naturales del país. Es ya una década”, rememora Luciano Nina, ejecutivo cantonal de Warisata.

Pero esta forma de ver aquellos hechos también se expresa en las insignias que se asumen. Los vecinos denominaron a una de las plazas de esta localidad como 20 de septiembre en honor a ese día de luto; y en medio de ella se edificó un monumento que más de un morador  llama como el “revolucionario de la guerra del gas”.

Señalan a monumento de la plaza 20 de septiembre.
La figura de la estatua es un hombre, que lleva puesto encima lo que aparenta ser un poncho rojo; levanta un arma con su mano derecha, y lleva un libro en la izquierda.

 Es precisamente en esta plaza donde se realiza cada 20 de septiembre la evocación de aquellos hechos.

El padre de Marlene, Eloy, asiste cada año a esos actos y suele visitar el nicho de su hija en el cementerio. No reside de forma constante en esta localidad, pues desde aquella tragedia se vino a vivir a El Alto con el fin de impulsar el juicio contra el expresidente Sánchez de Lozada y otros colaboradores suyos.

Si bien está al tanto del proceso, y quiere que reciban castigo “todos los culpables”, evita recordar los pormenores de su tragedia familiar. “Recordar es volver hace unos diez años, y es aún doloroso”, sostiene.
No obstante, de forma paradójica, cada vez que retorna a su casa, cuando vuelve a su tierra, debe caminar por la vía que lleva el nombre de Marlene.

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