Chaparina, la zona ganadera que se conoce más por la intervención a la marcha indígena
Fotos: Página Siete / Freddy Barragán |
San Miguel de Chaparina es un lugar donde hay varias estancias ganaderas. Quien se para en medio de la carretera que une a San Borja y Yucumo, donde se encuentra esta zona, puede vislumbrar a los lados inmensos campos verdes, la mayoría destinada a esa actividad.
Paradójicamente de este lado del país,
el lugar no es conocido tanto por la cría de cabezas de ganado,
sino porque ahí ocurrió la intervención contra la marcha del
TIPNIS, el pasado 25 de septiembre de 2011.
Por eso es que para conocer la
incidencia de esos hechos en esa región, una de las consultas
obligadas a la gente de este sitio es ¿cómo recuerdan aquel día?
“Tengo esa sensación de que los han
tratado muy mal y esa sensación de no atenderlos bien a ellos. No me
siento muy bien, con todos los abusos que les han hecho (a los
marchistas)”, comenta Jesús Ortiz.
Esta persona menciona un dato poco
conocido: que algunos niños que vieron el operativo quedaron
afectados “por ver cómo les han abusado a los niños", y "cómo
aparecían los niños por ahí correteados”.
La vía que lleva al lugar es de
tierra e intransitable a pie, entre horas en que el sol está pleno
. Para buscar a algún vecino de las muchas estancias se
debe caminar largos trechos.
A principios de 2011, Pedro Chau junto
a su familia se mudó a trabajar a Chaparina, a un aserradero. Se
entristece al recordar el día de la intervención. “Hemos visto
cómo masacraron a esa pobre gente”, relata.
Pero también entre los lugareños hay
quienes aseguran que no estuvieron presentes “justo” ese día.
En un recorrido realizado por este periodista y el fotógrafo, al
menos tres personas mencionaron el mismo argumento.
No obstante, también hay quienes
piensan que la marcha indígena “sólo llegó a perjudicar”. Doña
Julia tiene ese concepto. “Para comprar víveres, gasolina
necesitamos siempre aquí, y no nos dejaban pasar, ni moto no
dejaban pasar”, afirma.
Cuando ocurrió los hechos, esta vecina
no salió de su parcela por temor. Y cuando terminó todo sostiene
que sintió alivio.
En algo que sí coinciden los
consultados es que desde entonces Chaparina no cambió. Ponciano
Asunduaga, un trabajador del lugar, sostiene: “Lo mismo nomás es.
No hay nada malo aquí ni bueno. Sigue siendo lo mismo”.
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