El cielo paceño después de San Juan

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El ambiente está contaminado. Pese a que se disminuyeron, las fogatas de San Juan pasan factura. Respirar el aire a esta hora de la mañana (9.40) es respirar también algo de ceniza y pólvora. Se siente al aspirarlo. El cielo está encapotado. Del sol, sólo se ve su luz, que ilumina una especie de marquesina de nube y humo, que brinda una iluminación particular a este día después de la noche de San Juan.

Aparte de aquello, sobre la urbe paceña, se alza una nube de humo que cubre como un mando blanco y entrecortado a algunos sectores de esta ciudad, en la que desde el año 2000 rige la prohibición de prender fogatas; a diferencia de El Alto, donde las autoridades recién este año determinaron esta restricción ambiental.

La “noche más fría del año” ya no puede calentarse con una fogata, parecía ser la forma lúdica de referirse a la restricción ambiental que prohibió el encendido de las fogatas en San Juan. Y aunque sí hubo personas que prendieron una, las campañas ambientales y restricciones van ganando terreno.

Es un proceso que debe seguir su rumbo: hacia un San Juan sin fogatas, ni juegos artificiales.


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