La Iglesia Católica ante el reto del cambio y la apertura: Los pedidos de los bolivianos al papa Francisco


El martes, 12 de marzo, a pocas horas de ingresar al conclave en  el que un día después  se eligió al papa, el cardenal boliviano Julio Terrazas envió -a través de un video y desde el Vaticano- un mensaje  que ayuda a comprender lo que entonces estaba en juego para los intereses de la Iglesia Católica.
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Sentado delante de una cruz -al lado de una mesa donde se ve su bonete rojo y las banderas de Bolivia, Italia y  del Vaticano-, el sacerdote afirmó que debe valorarse la renuncia de Benedicto XVI como parte de “la marcha de la historia del pueblo de Dios” y que debería aprovecharse la situación “para tomar nuevos bríos y abrir nuevos espacios, para lanzarse a responder nuevos desafíos”.
Precisamente sobre  el nuevo perfil que debería buscar la Iglesia se pronunciaron los bolivianos a través de una encuesta realizada por Ipsos para Página Siete y en la que la mayoría cree que los cambios más  urgentes son flexibilizar las normas en cuanto al celibato de los curas  y la aceptación de mujeres sacerdotes.
Apegado a la tradición católica con relación a estos temas, Hugo Trujillo, canciller del arzobispado de La Paz, señala que estos desafíos deben ser encarados pero desde el evangelio y la ortodoxia de la propia Iglesia.
Como él, otros religiosos y analistas  reflexionan sobre qué cambios debería propiciar  Francisco, el primer Papa latinoamericano (ver notas de apoyo).
Datos e interpretaciones 

Fuente: Ipsos/Página Siete
El 39% de los encuestados en las ciudades de  La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz considera que la Iglesia  debe abrirse a la posibilidad de que los sacerdotes puedan casarse; también 39% pide que se acepte el divorcio, y 36% piensa que debe permitirse  sacerdotes mujeres.
En nivel descendente,  17% de los encuestados -que podían  elegir más de una opción- quiere apertura para  matrimonios homosexuales, y  11% para  el aborto (ver infografía). 
Las personas de 35 a 54 años son las que más apoyan la apertura sobre  el celibato, el divorcio  y el sacerdocio  de mujeres.  Mientras que los mayores de 55 años son los más renuentes.  
¿Hay posibilidad de cambio y flexibilización? Gabriel Chávez, escritor, periodista y  católico practicante, opina  que hay temas que hacen a la doctrina de la Iglesia y, por lo tanto, no se modificarán, como  la posición sobre el aborto; pero hay otros que son de “carácter disciplinario y no esenciales” que sí pueden tener cierta apertura.  
No obstante, considera que si hay cambios, éstos serán  “matices” o gestos pequeños, como dar a la mujer mayor espacio en cargos que antes no ocupaban. Chávez es claro en cuanto a las “falsas expectativas” que se crean en torno a algunos temas y sostiene que  no habrá una “revolución” en la Iglesia.
El padre Trujillo  afirma que en al menos cuatro de los asuntos mencionados en la encuesta no habrá cambios trascendentales, dado que  son “puntales” de la Iglesia Católica: celibato, uniones homosexuales, divorcio y aborto, aunque sobre este último  aclara que  sí se permite  cuando  está en peligro la vida de la mujer o si  fue víctima de  violación.
Sobre la  “ordenación de las  mujeres” sostiene  que en  el evangelio no se encuentran bases teológicas, aunque “tal vez haya un momento en que la misma Iglesia lo proponga”, lo que  aún ve muy lejano. 
En 1962, Juan XXIII, que estaba llamado a ser un “papa de transición” debido a su avanzada edad, convocó al Concilio Vaticano II, que “revolucionó” a la Iglesia. El Pontífice falleció sin ver realizado su objetivo, pero ya había abierto las puertas.
Xavier Albó, antropólogo y sacerdote jesuita,  considera que una eventual apertura sobre estos tópicos dependerá también de la actitud del nuevo Papa. “Si prevalece la línea conservadora estaremos igual”, comenta.
Aparte de estos temas, el nuevo Pontífice debe afrontar el desafío de limpiar la imagen de la Iglesia, perjudicada por numerosos casos de abusos sexuales que involucran a sacerdotes,  y escándalos por el manejo del poder en la alta jerarquía del Vaticano. 
El argentino Jorge Bergoglio, Francisco, no se pinta como un “papa revolucionario”, más bien se lo  considera como  “un conservador moderado”, pero hay  algunos indicios que dejan abierta la posibilidad de algunos cambios:
Es miembro de la congregación jesuita,  la orden católica más progresista, y el nombre que escogió remite a San Francisco de Asís, el  santo italiano  que se propuso un trabajo de reconstrucción de la Iglesia Católica a partir del precepto de que ésta camine de la mano de los pobres.

Transparencia en el Vaticano, ¿un desafío imposible?

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“En cuanto a lo que se espera  del nuevo Papa, más que mayor flexibilidad en algunos  temas (celibato, matrimonio gay o mujeres curas) yo esperaría más bien  mayor inflexibilidad en otros temas”.
Así resume el escritor y analista Gabriel Chávez lo que en su criterio debería ser la prioridad del papa Francisco camino a  afrontar los problemas centrales del Vaticano.   
El también periodista estima que, dada la coyuntura que propició la renuncia de Benedicto XVI -sospechas de corrupción, de encubrimiento a curas pedófilos, etcétera-, habrá mayor  rigor en la  “transparencia” como un elemento clave para clarificar las finanzas de la Santa Sede y de  la institución en general, sin que ello signifique  perder identidad ni el misterio de lo sagrado, “porque lo sagrado ha de tener un nivel de misterio, que no es lo mismo que secreto u ocultamiento”.
Por lo mismo -sostiene- “es de esperar mayor rigidez en el castigo de temas tan delicados y que hicieron daño a la reputación de la institución, como la pederastia”.
Durante el pontificado de Benedicto XVI varios escándalos minaron la imagen de  la Iglesia. Además de los abusos sexuales de decenas de curas en varios países, destaca el caso de filtración de documentos privados de  Ratzinger en los que se evidenciaron manejos no del todo probos por parte de la curia romana.
En coincidencia con Chávez,  el analista Carlos Cordero considera  que el desafío que tiene la Iglesia Católica  con el nuevo Papa no tiene que ver con el matrimonio gay o el sacerdocio femenino…, sino con  afrontar los problemas administrativos.
 “Se pierde de perspectiva que el Vaticano es un Estado que tiene el mismo estatus que otros. Hay evidentes fallas de administración y otras de las que no se habla o se lo hace poco”, señala.
El sacerdote jesuita Xabier Albó afirma que “a la Iglesia le urge tener transparencia y dejarse llevar por el espíritu santo para purificarse”, además de mejorar  todo lo que es “el gobierno cumbre de la Iglesia”. Para ello ve imprescindible que se propicie una reforma en la curia.

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