Disidentes y “librepensantes”: las corrientes que se desprenden del MAS

Abecor
En los más de siete años de Gobierno del Movimiento Al Socialismo no han sido pocas las autoridades, legisladores, militantes, dirigentes que no sólo se han separado de la cúpula de poder, sino que incluso han cruzado la vereda, se han hecho rivales de sus antiguos correligionarios y se han ganado la censura del oficialismo.

Sólo por poner un par de ejemplos: desde Román Loayza, exalto dirigente del partido en sus inicios, hasta Rebeca Delgado, la anterior presidenta de Diputados cuya ruptura con el entorno cercano al presidente Evo Morales es noticia estos días, hay un largo listado de renuncias, peleas y alejamientos que pueden resumirse en dos grandes bandos, cada uno con sus respectivas subdivisiones:

Los disidentes: los que abiertamente se alejaron del MAS por su cuenta o fueron echados; entre ellos están los que aún se consideran de izquierda y dicen apoyar un proceso de cambio sin Evo (Alejandro Almaraz, Gustavo Guzmán, etcétera); y los que incluso giraron ideológicamente (Sabina Cuéllar o Adriana Gil, que se unieron a sectores conservadores).

Los “librepensantes”: nominados así a raíz de una declaración del vicepresidente Álvaro García Linera. A priori, éstos perdieron ya  la confianza de las esferas de mayor poder en el MAS y el Gobierno, pero no pocos mantienen aún sus puestos en el Legislativo u otros niveles del Estado (Delgado).

Pero dentro de este grupo también hay algunos “críticos” que, pese a haber expresado más de una dura observación o desacuerdo, aún no fueron defenestrados por quienes ejercen el control (Rafael Puente, Gustavo Torrico).

Entre las diferencias sobre las dos grandes corrientes, es evidente que si bien los disidentes aspirarían a asumir la dirección del proceso de cambio en reemplazo de Morales y su entorno, los “librepensantes” más bien esperan sólo un profundo cambio de rumbo.

¿Será que el MAS no acepta críticas internas aun a costa de debilitarse? Según el diputado oficialista Carlos Aparicio, en el partido hay duros debates y tensiones, pero a la larga se acata lo que dice la mayoría (ver apoyo).

En cambio, Concepción Ortiz, vicepresidenta del MAS-IPSP, tiene sus propios criterios sobre los sectores en disenso.
Sobre los “librepensantes” afirma: “Estamos tratando de solucionar internamente y la verdad es que debe haber disciplina. Para eso tenemos nuestro estatuto orgánico y su reglamento. Desde la dirección nacional y el Tribunal de Ética hemos llamado la atención a la compañera Rebeca Delgado por su discurso. Estamos viendo que está exagerado. Ojalá reflexione, pero parece que no está queriendo hacerlo”.

“Por más que digan que son del MAS o que no van a dejar de ser del proceso de cambio, el escaño es del MAS. Entonces, por eso nosotros llamamos a la reflexión”.
Abecor

Y sobre los disidentes opina: “Son exautoridades, tienen sus intereses personales, y es por eso que de todo y por todo reaccionan en contra del MAS-IPSP. Eso es traición. En el congreso de Cochabamba, nuestro Presidente llamó a la reflexión, y para eso estamos haciendo el trabajo de reinscripción de militantes, pero si ni así reflexionan, pues tienen que tomar su propio camino”.
 
Posturas y búsquedas
A lo que apuntan los “librepensantes”, según sostiene Delgado -la cabeza más visible-, es a que se abra “un espacio de debate ideológico” para que muchos tengan la libertad de manifestar lo que creen que se debe “reorientar” en el proceso, sobre la base de la nueva Constitución.

El planteamiento -agrega- es una posición “sana” y no va en contra del liderazgo del presidente Morales , ni contra del MAS, ni contra las organizaciones sociales. 

Los disidentes, en cambio, apuestan a edificar otro proyecto político, aunque todavía no se sabe si se aglutinarán en un partido único, si se crearán varios o se adscribirán a otros, por separado. Por lo pronto, como ejemplos, el exministro Félix Patzi y el exsenador Lino Villca ya tienen sus propios frentes.

Parte de este sector -pues no están unidos, ni mucho menos- convocó para julio a un encuentro en el que buscan “construir un proyecto político popular y liberador con miras no a determinadas elecciones, sino a la transformación integral, profunda e irreversible de la sociedad y el Estado bolivianos”, según afirma el exviceministro de Tierras, Alejandro Almaraz.

Si algo en común tienen los disidentes es que todos perdieron ya la fe en Evo y en las actuales autoridades. Almaraz es claro: “Descartamos absolutamente que Evo Morales y su Ejecutivo puedan enmendar sus actos y reconducir su Gobierno en la dirección revolucionaria del mandato social que recibieron y que expresa el norte del proceso de cambio al que se deben y al que han traicionado”. 

El análisis
El analista político Gustavo Pedraza sostiene que ambos sectores emergieron “porque critican desviaciones del proyecto político original del MAS”, y porque esos cuestionamientos  no son aceptados como tales  por los miembros de la estructura de conducción del Gobierno.

No obstante, aclara que “es natural que haya distintas corrientes de pensamiento en los procesos políticos, como también es normal que estas diferencias se conviertan en disidencias  y conduzcan a las divisiones de partidos políticos en el poder”, como pasó con el MNR después de 1952, que se escindió en más de cuatro grupos, cada uno de los cuales se arrogaba para sí la continuación legítima del proceso revolucionario.

En cuanto a la actual coyuntura, todo apunta a la consolidación de la hegemonía del poder con sus respectivas pugnas y bandos. El investigador Roger Cortez lo resume en una frase: “Estamos frente a la consolidación de un aparato político burocrático”, que se caracteriza “esencialmente por ser una formidable máquina electoral y estar compuesta por militantes políticos profesionales”. 

Esta “consolidación orgánica”, según el especialista, tuvo sus primeras señales cuando el MSM se desprendió del bloque de poder, no por pugnas ideológico-políticas, sino por “la avidez (del MAS) por ampliar y ocupar la mayor parte de espacios en el aparato administrativo estatal”.

Así caracterizados por cuestionamientos ideológicos, explica, se dieron los desprendimientos como el de Almaraz, y luego sobrevino la  “implosión” de Comuna (grupo de intelectuales de izquierda otrora liderado por García Linera) “que fue erosionado y desguazado por el Vicepresidente”.

Ahora, según detecta Cortez, se están dando “avances de esta consolidación de aparato”, donde se producen disputas por espacio, como motivación central, dado que las rupturas ideológicas ya culminaron con la renuncia de Cecilia Chacón a su cargo de ministra de Defensa, después de la represión a los indígenas de la octava marcha en Chaparina.

El comunicador Ilya Fortún sostiene que estas tendencias divergentes de la conducción del proceso son “la prueba de que cuando se trata de reproducir un proyecto de poder no hay lugar alguno ni para pensantes, ni para gente libre”.

Y agrega que una de las características más claras del régimen actual son la concentración absoluta de decisiones en el presidente Morales, y la ausencia de espacios de deliberación ideológica y política.

¿Presenciamos, entonces, con las disidencias un fenómeno aislado e insipiente o algo que se irá masificando y mermando la fuerza que aún posee el MAS?

“La estructura de poder de los operadores políticos es muy fuerte y no creo que ni siquiera el escenario preelectoral sea suficiente como para que esas tendencias adquieran la fuerza y el peso como para un cisma dentro del MAS. Los que se han animado a hacerlo son ejemplo de lo duro que puede ser el poder en términos de aislarlos y dejarlos en el absoluto llano”, responde Fortún.

-----

PUNTOS DE VISTA
Roger Cortez, investigador
Sin riesgo a la vista sobre el masismo
 "Creo que (disidentes y 'librepensantes') son expresiones momentáneamente aisladas que no ponen en riesgo la unidad orgánica,  representatividad y convocatoria electoral del partido. Eso sólo podrá ocurrir frente a dos circunstancias: serios quebrantos económicos y eventuales reiteraciones de medidas como el incremento del precio de los carburantes de 2010.

El  segundo escenario, en el que pueden proliferar  fisuras y convertirse en problemas considerables para el MAS, es en caso de que haya actos represivos hacia movimientos u organizaciones sociales, como ocurrió con la octava marcha, o en conflictos regionales o en espacios de lucha salarial que tomen una dimensión mayor de la que se ha visto hasta este momento.

Independientemente de que se presenten estas situaciones excepcionales, la forma en cómo administra el Gobierno sus problemas internos exhibe una tendencia esencialmente represiva, de censura, de persecución a las voces que representan posiciones diferentes, que plantean enmiendas o debates internos dentro del MAS.



Ilya Fortún, comunicador y analista
“Librepensantes”, disidentes per se
 No veo diferencia alguna entre los disidentes y los “librepensantes”. Los disidentes son gente que ha elegido dar un paso al costado en algún momento o que han sido separados del esquema de Gobierno, y los denominados “librepensantes” reclaman su derecho de opinar de manera crítica dentro del Gobierno, pero en realidad están con un pie en la congeladora y con otro pie en el cadalso, en el pelotón de fusilamiento.

Son ya disidentes per se, porque  están absolutamente cuestionados internamente, y si  no se los expulsa es por una cuestión de imagen o por las razones que esgrime el Ejecutivo, pero es gente que ya no tiene un peso específico dentro del MAS.

Este fenómeno  ocurre de manera tardía en este largo proceso de siete años, caracterizado por una fuerte concentración de decisiones en el Presidente y probablemente en el Vicepresidente. Hay  una estructura  vertical que  repite los vicios del anterior sistema político que se derrotó en 2003, en el que no hay lugar alguno para la reflexión y  la autocrítica.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios