Asamblea de Derechos Humanos, ante el reto de preservar su independencia
Un conflicto dentro de la regional de
La Paz deja entrever una corriente afín al Gobierno, algo que -según
los consultados- atenta contra la autonomía que debe tenerse frente
a cualquier cúpula, jerarquía o poder.
Durante la histórica huelga que
protagonizaron cuadro mujeres mineras en 1977 contra la dictadura de
Hugo Banzer, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) tuvo a
su cargo la representación oficial de los ayunadores. Esa medida fue
un factor decisivo para mellar al régimen.
Ya en democracia, la asamblea tuvo una
participación trascendental en el juicio contra el exdictador Luis
García Meza y su posterior encarcelamiento.
En suma, no han sido pocos los
episodios en que la APDH estuvo presente de forma contundente frente
a hechos que mancillaron los derechos humanos. Sin embargo, hoy
tiene en frente una batalla por demás trascendental para preservar
su independencia ante corrientes prooficialistas que hay en su seno.
La presidenta de esta organización,
Yolanda Herrera, lo dice enfática: “Ahora más que nunca hay que
luchar por su independencia, y porque siga alineada en la defensa de
los derechos humanos”.
El tema cobró relevancia con el
conflicto que emergió en la oficina regional de La Paz, donde el 17
de enero pasado un grupo -presuntamente afín al oficialismo-
interrumpió un congreso de la oficina departamental. El asunto
alarmó aun más cuando policías ocuparon las oficinas. “Algo que
no ocurrió ni en tiempos de dictadura”, dijeron activistas.
Este elemento, sostiene Herrera, le
llamó “poderosamente” la atención porque deja entrever que una
de las partes goza de influencia ante el Estado.
“Nos ha preocupado seriamente si
efectivamente el poder que tiene este grupo puede influenciar para
que una instancia de Gobierno proteja a quienes tienen una tendencia
mucho más progubernamental, que de la filosofía y los principios
de nuestra institución”, dice Herrera.
El pasado fin de semana, aquel grupo
eligió al minero Severino Estallani como presidente de la APDH La
Paz, y a María Patiño, de las Bartolinas, como su vicepresidenta.
Sin embargo, hay un problema al respecto: la instancia nacional de
DDHH reconoce a Amparo Carvajal, porque -se argumenta- fue elegida a
través de los estatutos y procedimientos de la asamblea.
“Ahora quieren asaltar el último
espacio independiente. Es parte del proceso de cambio: toma tierras,
toma minas, toma instituciones”, alertó en una columna, publicada
el 24 de enero, la periodista e historiadora Lupe Cajías.
No es la única, otros activistas
también detectaron aquello. Una de ellas es Olga Flores Bedregal,
quien sostiene que “el Gobierno está tratando de tener una
asamblea que avale su conducta” y con ello “quiere
acallar una voz crítica”.
La génesis del problema
No se conoce un dato exacto sobre la
cantidad de activistas que pasaron a formar parte del Ejecutivo,
cuando comenzó el “proceso de cambio”. Herrera estima que son
entre ocho y 10 defensores, a quienes -dice- se les respeta esa
decisión, aunque cree que ello generó problemas dentro de la
asamblea.
“Ha dejado como un mensaje de que no
habría vulneración de derechos humanos, lo que lamentablemente la
realidad muestra que no es así (...) y al haber personas que han
sido activistas en instancias del Estado, consideran que la presencia
sola de estas personas garantiza la preservación de los DDHH, lo que
no es cierto, porque son roles diferentes”, explica Herrera.
El ejemplo más visible de ese tránsito
es Sacha Llorenti, expresidente de la asamblea. Fue ministro de
Gobierno y renunció tras que efectivos policiales intervinieran la
marcha en defensa del TIPNIS, en septiembre de 2011. Al respecto, la
versión del Ejecutivo es que se rompió la cadena de mando, y que
nadie del Gobierno dio la orden de intervenir. (Desde 2012, Llorenti
es embajador de Bolivia ante la ONU).
Waldo Albarracín, expresidente de la
APDH y ahora rector de la UMSA, identifica que no hay una división
dentro de la asamblea, dado que ésta cuenta con una estructura
definida a nivel nacional. En cambio, sí identifica que existe un
grupo -cuyo epicentro está en La Paz-, que tiene afinidad con el
partido de gobierno, “cuyo único objetivo -asegura- es
neutralizar cualquier denuncia y acción de defensa de los derechos
humanos que afecte la imagen del Ejecutivo”.
La asamblea se fundó en la
clandestinidad y durante el gobierno Banzer en 1976. Según
recuerdan quienes la fundaron, se ideó llamarla “asamblea”
porque no iba a ser un grupo elitista ni iba a corresponder a la
jerarquía de las iglesias ni a cúpula alguna de los partidos o
sindicatos. “Esto debería tener una proyección de vida, un
compromiso de por vida y que se hiciera carne en la propia población
de base”, escribió Oswaldo Cuevas, pastor de la Iglesia Metodista
y cofundador de la APDH.
En suma, ésta es una institución
histórica, que surgió durante un régimen de persecución, y que
tuvo, además, entre sus fundadores a religiosos representativos
para el país como Luis Espinal, Gregorio Iriarte y Julio Tumiri.
Ahora bien, si ése es el talante y
trayectoria de la institución, ¿en qué se podría decir que
radica el peso de la asamblea para suponer que un poder quiera
subsumirlo?
Albarracín responde: “Pesa bastante
ante la opinión pública e incluso ante la comunidad internacional.
La asamblea tiene historia, todo un peso institucional muy fuerte.
Es obvio que al Gobierno le incomode cuando sigue cometiendo abusos y
atropellos”.
Está claro que la independencia es un
valor supremo y que su preservación plantea a los activistas un
desafío inexcusable. Al respecto, el activista, periodista y
escritor Alfonso Gumucio-Dagrón hace un análisis cabal e
identifica, además, el riesgo de que esta institución caiga en
alguna sujeción.
“La independencia política es la
esencia misma de las instituciones que velan por los derechos
humanos, no solamente en Bolivia, sino en todo el mundo. Si la APDH
pierde esa independencia política, pierde también toda
credibilidad, porque se convierte en un mecanismo cooptado por el
Gobierno para encubrir las acciones gubernamentales de violación de
los derechos humanos”.
>>>Puntos de vista
Oswaldo Cuevas, Cofundador de la APDH
"Nació como una conjunción de
sectores"
Me apena que se dividan en torno a
querer tener tutelaje, un grupo u otro, o tres o cuatro grupos
diferentes. Esto nació como conjunción, como convención de todas
las personas, organizaciones, grupos religiosos, movimientos
sociales, sindicales, políticos que hemos coincidido que teníamos
que defender los derechos humanos en un momento en que estaba
institucionalizada la violación de los derechos humanos.
Entonces, no veo por qué se tiene que
dividir si todavía en uno y otro lado hay la intención de promover
los derechos humanos y defenderlos.
Se tiene que permitir, como en el
pasado, sean nuevamente las bases las que tengan que, en función al
estatuto funcional de la APDH, vuelvan a reunirse, que sean
convocadas todas las fuerzas para ver si es necesario mantener el
ente como un organismo separado de la sociedad o ha de estar
incorporado en las diferentes normas que regulan las relaciones del
pueblo con el Estado.
Alfonso Gumucio Dagrón, activista de derechos humanos
"Una APDH oficialista es un absurdo"
La independencia política es la
esencia misma de las instituciones que velan por los derechos
humanos, no solamente en Bolivia, sino en todo el mundo. Si la APDH
pierde esa independencia política, pierde también toda
credibilidad, porque se convierte en un mecanismo cooptado por el
Gobierno para encubrir las acciones gubernamentales de violación de
los derechos humanos.
No olvidemos dos datos importantes:
primero, la APDH nació en la lucha contra las dictaduras militares
y segundo, este Gobierno se niega a desclasificar los archivos de las
dictaduras. En otras palabras, protege a quienes cometieron
graves violaciones de derechos humanos.
Entonces una APDH oficialista es un
absurdo y un insulto a las víctimas de las dictaduras y a todos los
que defienden las libertades ciudadanas.
0 comentarios:
Publicar un comentario