Vínculo político: Corporativismo en el poder: ¿hasta cuándo duran las alianzas?

 A partir del reciente conflicto minero, especialistas reflexionan sobre la fortaleza de las alianzas corporativas en el poder: cómo ese andamiaje -que se muestra sólido- peligra cuando se discuten intereses sectoriales.
Frase 1: "Si bien la Fencomin y todas las cooperativas del país hemos llevado a que Evo (Morales) sea el presidente de Bolivia, así también podemos bajarlo", dijo Alejandro Santos, titular de la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia.

Frase: 2: "Si hoy fueran las elecciones, los cooperativistas del norte de Potosí y los pobladores no necesitamos ver la papeleta, hermano Presidente, no necesitamos pensar, porque vamos a votar por usted", afirmó Artemio Mamani, dirigente de la Federación Regional de Cooperativistas Mineros del Norte de Potosí.

La primera frase tuvo lugar en plena escalada del reciente conflicto que estalló cuando en la Cámara de Diputados se modificó el artículo 151 del proyecto de ley minera, que permitía a los cooperativistas firmar de forma directa contratos con empresas.

La segunda se pronunció el 5 de noviembre de 2013, tras que el presidente Morales entregara a ese sector minero de Potosí un transformador de energía eléctrica, cuyo valor aproximado es de 3,6 millones de bolivianos.

Ambas declaraciones marcan un contraste y muestran los márgenes de la alianza entre el Gobierno y los mineros cooperativistas, y el punto, además, que puede generar el quiebre: la afectación del interés sectorial.

Pero no sólo eso, el conflicto minero puso sobre la palestra lo que distintos especialistas denominan como la estructuración corporativa del Estado, que se expresa en que el bloque de poder está conformado por sectores sociales, situación no exenta, claro, de eventuales rupturas.

"El Gobierno está estructurado bajo la lógica de un Gobierno de organizaciones sociales, y uno de ellos son precisamente las cooperativas, y cada organización social evidentemente vela por algún interés propio", asegura el sociólogo y exministro de Educación Félix Patzi.

Cuando los sectores se sienten afectados por alguna política pública o norma -agrega el especialista- "tienden a romper la alianza o quitar el respaldo al Gobierno".

Roberto Laserna, investigador, sostiene que el actual bloque de poder se formó sobre la base de argumentos, proyectos políticos, requerimientos "de tipo corporativo", lo que denota que cuando esas necesidades o demandas no se cumplen, "la reacción del grupo es a distanciarse del bloque, del partido, del Gobierno".

Hoy por hoy, el bloque está conformado por la CSUTCB, los interculturales, las Bartolinas. Y también a ello hay que sumar el respaldo de la Central Obrera Boliviana, que en noviembre de 2013 firmó una "alianza estratégica" con el Gobierno, por la cual sus dirigentes desistieron de formar un partido político propio, de cara a los comicios de este año.

Entonces, Juan Carlos Trujillo, secretario ejecutivo de esa organización, justificó que el pacto era para evitar que "la derecha nuevamente retorne al país".

La génesis del proceso
Los dirigentes del MAS suelen enfatizar en que éste no es un partido a la usanza tradicional, sino es un "instrumento político", conformado a partir de las organizaciones sociales.

Precisamente en este elemento radica el meollo del asunto. Patzi identifica que el MAS "partió de una situación de estructura multicausal" más que como una estructura partidaria, lo que hasta hoy tiene vigencia.

"Nunca ha podido organizar una estructura de partido propiamente dicha. Por lo tanto, las organizaciones no tienden a asumirse como parte de una estructura partidaria, sino más bien tienden a velar por su interés corporativo", afirma.

Pero cuando esos intereses "chocan" con otros se produce el quiebre. Laserna, al respecto, sostiene que "este tipo de alianza solamente funciona en la medida en que las distintas partes pueden encontrar satisfacción a sus necesidades particulares". Pero identifica que "en la medida que empiezan a chocar los intereses unos con otros, o los intereses de ellos con los de la burocracia estatal, es difícil mantener esa alianza".

¿Pero cuál es el problema del corporativismo? El sociólogo Jorge Komadina responde que el problema es que en el seno de los sectores sociales "predominan intereses de características sectoriales sobre el interés de la mayoría".


El Pacto de Unidad y el TIPNIS
El nacimiento y trayectoria del Pacto de Unidad retrata en cierta forma el periplo descrito por los especialistas, sobre todo relacionado con sectores indígenas. Durante la Asamblea Constituyente, inaugurada en 2006, las organizaciones sociales de tierras altas y bajas se articularon bajo ese paraguas.

Aquella agrupación, conformada por la CSUTCB, las Bartolinas, Conamaq y la CIDOB, impulsó el proyecto de Constitución, que fue finalmente redactado por ese magno evento, y que después -con modificaciones en el congreso de 2008- fue puesto en marcha en febrero de 2009.

Sin embargo, cuando sucedió el conflicto del TIPNIS, en septiembre de 2011, la dirigencia del Conamaq y CIDOB marcó distancia con el bloque de poder. Tras ese resquebrajamiento, hoy ambas organizaciones están divididas.

En el caso de la CIDOB, hay una dirección paralela, que es afín al Gobierno, y hay otra que es liderada por Adolfo Chávez, crítica del oficialismo. Lo mismo ocurre con Conamaq, hay una dirigencia afín al MAS y otra que es crítica.

Celso Padilla, entonces dirigente de la Asamblea del Pueblo Guaraní y uno de los protagonistas de la VIII marcha, hizo reveladoras declaraciones a Página Siete (publicadas en una entrevista el 3 de noviembre de 2011), en las que muestra el relacionamiento del Gobierno y las organizaciones sociales.

El dirigente dijo: "Los indígenas y campesinos hemos trabajado juntos, pero ahora, ya estando en el poder, los campesinos quieren imponerse sobre nosotros y en eso no estamos de acuerdo. Y ahora no existe un tal Pacto de Unidad".

Agregó: "Dentro de ese organismo (Pacto de Unidad) no hay un trato igualitario ni atención a las demandas de forma equilibrada. El Presidente ha privilegiado a tres confederaciones: la CSUTCB, las Bartolinas y a las comunidades interculturales. A nosotros -como CIDOB y Conamaq- siempre nos han hecho a un lado y nos han tildado de oposición y traidores".


El margen de acción
Los cooperativistas y el Gobierno no rompieron su vínculo, y aún continúan negociando los puntos controvertidos de la ley minera. Entre los saldos del conflicto están dos mineros muertos, y la salida de Mario Virreira del Ministerio de Minería, a quien los mineros desarrollaron una animadversión.

"No hay una ruptura radical en todo caso, porque finalmente, al margen de los artículos que se están discutiendo, la ley beneficia íntegramente a las cooperativas mineras. Sí, efectivamente hay una suerte de distancia con grupos o los intereses más fuertes de este sector, aquellos que han firmado contratos con transaccionales", explica Komadina.

¿Pero cuál es el margen de la estructura de poder basada en el corporativismo? Este sociólogo explica que este sistema funcionará hasta que el Gobierno y el Estado boliviano "tengan una capacidad de distribuir recursos".

"El vínculo político que se teje entre ambos, vínculo de reciprocidad perversa, es muy fuerte. Mientras el Estado tenga un excedente que distribuir seguirá funcionando. Yo creo que no estamos todavía en el momento en que hay una ruptura entre las organizaciones y el Gobierno. Hay problemas, hay contradicciones, pero el esquema sigue siendo sólido", sostiene.

Patzi suma un elemento a la reflexión: el electoral. Sostiene que hoy en el MAS prevalece "una visión de quedarse en el poder, basado fundamentalmente en la persona de Evo Morales". Por ello dice que en función de ese objetivo hoy se ve "bastante difícil que se desliguen las organizaciones sociales".

"O sea que su medida no es su proyecto de sociedad, sino su medida de evaluación es sobre todo, y en mi criterio, quedarse en el poder el mayor tiempo posible", asegura el sociólogo.

Los eventuales riesgos
Así el panorama, una pregunta que sale a relucir es ¿cuáles son los riesgos de basarse en estos sectores corporativos?

"El mayor riesgo es que reproducen la debilidad de la democracia y, a la larga, también obstaculizan la formación de ciudadanos, es decir, individuos capaces de asumir responsabilidades y obligaciones y de ejercer su libertad personal con la mirada puesta en un bien común", responde Laserna.

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"Los sectores sociales son parte del proceso"

Eugenio Rojas / Presidente del Senado

No es que estos sectores son aliados del Gobierno y tienen privilegios, lo que pasa es que es un Gobierno distinto. No es un Gobierno de un partido político, muy tradicional, sino que en éste hay una redistribución de los recursos, hay una participación. No hay una alianza con sectores de las organizaciones sociales más importantes, no hay una alianza, sino que son parte propia del Gobierno. Ésa es la diferencia con los anteriores gobiernos.

Como son parte del Gobierno tenemos que debatir, discutir; primero está la patria y el país y luego los intereses sectoriales y regionales.

Ésta, entonces, no es una alianza, sino que todas las organizaciones sociales son parte de este proceso de cambio; no son del MAS, podemos decir, sino que son del proceso de cambio. Se han apropiado del proceso de cambio.

En esa línea hay que debatir con las organizaciones y éstas tienen que enmarcarse en los intereses del Estado, siempre velando por el país y sin intereses regionales o sectoriales.

Ésa es la diferencia: el MAS es un movimiento revolucionario de propiedad de las organizaciones sociales, de los trabajadores mineros, de otros sectores.

Mientras que las organizaciones sociales vayan comprendiendo que el proceso de cambio y esta revolución democrática cultural va adelante en beneficio de la gente, van a estar; y si nosotros traicionáramos a las grandes mayorías, en ese caso, podría revertirse.

Pero eso no es así, sino el compromiso (es que) siempre van a estar ellos, y vamos a fortalecernos más, porque se van a incluir más sectores en este proceso, y entonces no es algo momentáneo, es para muchos años.

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Roberto Laserna, Investigador
"Corporativismo, práctica de la política boliviana"

El corporativismo no es reciente ni invento del Gobierno actual y mucho menos del proceso de cambio. Por el contrario, es un aspecto característico de la política boliviana desde hace mucho tiempo; revela el escaso desarrollo de las instituciones democráticas y de la ciudadanía como célula fundamental del sistema político.

Las instituciones formales no tienen la fuerza suficiente para defender y afianzar los derechos individuales, lo que obliga a las personas a buscar refugio en agrupaciones o colectividades, en "corporaciones", porque es integrándose a ellas que logran respeto o acceso a sus derechos.

Esas corporaciones han sido clubes y uniones, sindicatos y fraternidades, comunidades, asociaciones o sociedades de todo tipo, cuya fortaleza ha sido consistente con su éxito o influencia en la política, de manera que muchos organismos estatales han terminado actuando también como corporaciones: militares, policías, maestros, etcétera. Muchos gobiernos han buscado y logrado el respaldo de esas colectividades o corporaciones empleando el clientelismo y haciendo un uso patrimonialista de los recursos públicos.

Con más énfasis los gobiernos militares, pero con mucho éxito los populistas, ya que es más fácil simular mediante movilizaciones callejeras una legitimidad que apelando a la responsabilidad ciudadana o al pensamiento crítico.

Puede resultar funcional para los sectores que obtienen beneficios o para las autoridades que suma apoyo, pero a la larga también obstaculizan la formación de ciudadanos, es decir, individuos capaces de asumir responsabilidades y obligaciones y de ejercer su libertad personal.

Desde el punto de vista de los gobiernos, el mayor riesgo es que sujetan la gobernabilidad o su capacidad de gestión a los intereses de grupo o, en muchos casos, a la manipulación que hacen de esos intereses los pequeños grupos de poder que los controlan.

Los intereses corporativos son parciales y muchas veces particulares, y su suma no es necesariamente igual al interés general o al bien común. Es más, son antagónicos y pueden incubar conflictos que paralicen a un gobierno.

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