"Hicimos sacrificios para hacer frente a esa enorme responsabilidad que asumió Bolivia", Edwin Ortiz, fue Ministro Consejero ante la ONU en 1990


¿En qué condiciones y circunstancias Bolivia asumió la presidencia en 1990?

La presidencia es rotativa. Se va por Latinoamérica, África, Asia y ese año 90 le tocaba a Latinoamérica y el embajador de la época, don Hugo Navajas Mogro, tenía muy buenas conexiones y era muy conocido, y logró que se fijaran en Bolivia. En la presidencia estaba Jaime Paz Zamora y con la autorización del presidente se nombra al país en enero de 1990.

¿Cómo era la realidad en aquella época en cuestión de recursos?

Era muy escueta. Apenas éramos el embajador y yo prácticamente los que asumimos. Yo trabajaba unas 15 a 18 horas diarias desde que asumimos la presidencia, porque era mucho y, claro, el embajador logró unos ítems del PNUD y con eso se pagó a una funcionaria más. Entonces, prácticamente éramos cuatro que estábamos en eso.

Yo tuve que mudarme al edificio de Naciones Unidas, en el piso 38, que ahí el grupo 77 tiene una oficina. Entonces yo paraba en esa oficina las 15 o 18 horas diarias de trabajo.

Pero fue una gran experiencia. De toda mi carrera diplomática fue la mejor experiencia que tuve.

¿Cómo describiría a la situación de Bolivia de entonces?

Bastante austera. Teníamos que hacer realmente sacrificios para poder hacer frente a esa enorme responsabilidad que asumió Bolivia. Pero no teníamos los recursos suficientes. Como mencioné, el embajador tenía contacto como el PNUD y logró un ítem y con eso se pagó a una funcionaria.

¿Cómo caracterizaría el trabajo de esos pocos funcionarios intentando coordinar un grupo de más de 100 países?

Yo creo que fue más que todo la dedicación y el trabajo de los pocos funcionarios que habían en la misión de Bolivia ante Naciones Unidas. Pero, le digo, desde mi punto de vista fue un sacrificio enormemente compensado por la forma en cómo se desarrolló la presidencia de Bolivia con relación al grupo, que a mi modo de ver salió muy fortalecido, hubo más cohesión, porque sobre todo el año anterior no fue de lo mejor por la cuestión también que los funcionarios estaban presidiendo, a mi modo de ver.

Entonces, Bolivia entra y da una especie de renovación y fortalecimiento de grupo. Por lo menos así lo valoro y la actuación de la misión que prácticamente éramos cuatro funcionarios: el embajador, el ministro consejero, yo mismo y dos funcionarios más que nos ayudaban.

¿Cuál es el principal logró que diría que consiguió Bolivia con liderar al G77 en 1990?

Presidir el G77 fue gran cosa para Bolivia. Pero eso lo hace Bolivia dentro de la tradición y el contexto de lo que es el G77. Presidió y se presidió muy bien.

Los logros que se consiguieron fue -yo diría- mantener y tratar de fortalecer el grupo, con una acción muy diplomática. En ese momento se vivía el colapso del régimen soviético y luego los países de la Europa Oriental. Ése fue un periodo de transición difícil y Bolivia lo manejó muy bien, y no hubo ese impacto que se suponía iba a ser muy negativo para el grupo, porque perdía apoyo de todo los países de la antigua Unión Soviética.

Ahora bien, el logro que tuvo Bolivia no se pudo especificar y diría que fue mantener y fortalecer el grupo 77, el grupo G77 es muy importante dentro del ámbito de Naciones Unidas, con el G77 se dieron unas políticas básicas elementales dentro de Naciones Unidas, sobre todo con la cuestión de la lucha contra la pobreza a nivel mundial.

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