Perfil: Lustrabotas, un retrato sucinto del personaje paceño del pasamontañas
El texto que sigue se publicó en el especial de Página Siete
por los 206 años de la gesta libertaria paceña: Imágenes y perfiles de una ciudad mágica http://paginasiete.bo/especial02/
El lustrabotas afanado saca brillo a un zapato.
Es el punto cúspide de una faena que cumple con suma dedicación y que entraña
una serie de pasos desde que un cliente acomoda un pie sobre su
caja de trabajo. Luego, cuando toca el momento de cobrar, estira la
mano, casi siempre manchada de betún y tinta. El acto dura menos de cinco
minutos.
Lo que se diseñó para abrigar la cabeza es la pieza importante de la vestimenta de este personaje. El pasamontañas sirve para ocultar la identidad de quienes se dedican a este oficio, pero es lo que más impacta o llama la atención.
Detrás de esa montera hay niños (la mayoría en situación de calle) que se gana el sustento del día; hay jóvenes que con esa actividad se costean los estudios; y hay adultos que con ello mantienen a su familia.
Por la tarde, y en horas en que no se registra gran afluencia de gente, hay lustrabotas que ofertan su servicio hasta con un tono cercano al ruego: "¿le lustro...?”, suelen insistir. Otra es la historia por las mañanas, cuando la mayoría asiste a su trabajo o los niños van a la escuela. Es el momento de la revancha: uno debe esperar su turno.
Están también los avispados, quienes ofrecen un componente
"especial” para un brillo más duradero, que luego, claro, incrementa
el costo del servicio.
No es raro ver a muchos con una vestimenta roída, manchada de betún, con la visera desteñida por el sol. Pero eso sí, el lustrabotas es pulcro en un detalle de su ropa de trabajo: siempre tiene los zapatos bien lustrados.
No es raro ver a muchos con una vestimenta roída, manchada de betún, con la visera desteñida por el sol. Pero eso sí, el lustrabotas es pulcro en un detalle de su ropa de trabajo: siempre tiene los zapatos bien lustrados.
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