La paz en Colombia: entre Santos, Timochenko y... Uribe

Abecor

Antes de ser presidente de Colombia, Juan Manuel Santos fue ministro de Defensa de su predecesor Álvaro Uribe. Durante su mandato al frente de ese despacho, el hoy Jefe de Estado combatió sin tregua a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Incluso publicó un libro de esa experiencia: Jaque al terror. No obstante, en los últimos cuatro años impulsó con denuedo los acuerdos de paz con esa organización guerrillera.

Las informaciones que se difundieron hasta antes del reciente referéndum indicaban que siendo ministro, Santos había "perseguido con implacable crudeza a las FARC" y que, además, descabezó a la cúpula de esa organización con el fin de "dialogar desde una posición de fuerza". Una frase que retrata aquello es: "Hizo la guerra para alcanzar la paz", la cual forma parte de una una semblanza que difundió la agencia AFP, el 26 de septiembre.

No obstante, ese aparente cambio de postura respecto a las FARC le valió a Santos que el uribismo -facción desde la cual apuntaló su carrera a la Presidencia- le calificara de desleal a la política de "mano dura" de Uribe, según cables de prensa. Mientras, el Primer Mandatario de Colombia negociaba la paz con las FARC, Uribe se posicionaba como un opositor consumado a esa iniciativa.

¿El referéndum por los acuerdos de La Habana pusieron en evidencia o dejaron entrever aquella rivalidad? El columnista Yezid Arteta Dávila publicó esta semana el análisis Ahí le dejo esos fierros en el que da luces al respecto. En ese texto, el especialista escribió que "la consulta popular sobre los acuerdos de La Habana eran en realidad la tinta de calamar con la que se disimulaba una bochornosa rivalidad política que colisionó el pasado 2 de octubre".

Resultados y constataciones

Y sucedió el escenario menos esperado para muchos, dado que hasta las encuestas daban la victoria al "Sí". Contra todo pronóstico, el "No" logró el 50.21% de respaldo del electorado; y el "Sí", el 49.78%.¿A qué se debió esa sorpresa?

En los análisis que intentan explicar lo ocurrido se detectan varias razones. Entre las mencionadas están: "la sensación de impunidad", dado que se argumenta que con los acuerdos, quienes confiesen sus crímenes, no entrarán a la cárcel; o el rechazo a la posibilidad que se les da a los desmovilizados de ingresar a la política para ser candidatos (más detalles en la nota adjunta).

El miércoles se publicó una entrevista reveladora a un gerente de la campaña por el "No", Juan Carlos Vélez Uribe, quien contó, entre otros detalles, que especialistas de Panamá y Brasil les aconsejaron "que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación" (No obstante, Vélez Uribe después fue desautorizado por el partido Centro Democrático).

Una singular abstención

El triunfo del "No" se dio en un elevado contexto de abstención. Seis de cada 10 colombianos decidieron no ir a las urnas. La cifra de ausentismo sería la más alta en los últimos 22 años, según los especialistas.

"El No ganó y la abstención ha arrasado. En una tierra donde la violencia ha golpeado durante más de 50 años, donde la muerte y la extorsión son el sufrimiento de cada día, más de un 60% del censo no se ha sentido interpelado", opinó la escritora Emma Riverola en su artículo Sí o no.

Al ver los resultados desagregados por regiones (ver mapa), se vislumbra un escenario que da un mensaje: los lugares donde se padece el flagelo del conflicto armado votaron a favor de los acuerdos de paz.

"En las poblaciones y comunidades más castigadas por la violencia de todos los actores armados, el sí se ha impuesto con claridad. Una vez más, como ha pasado en todos los países que transitan de la violencia a la paz, lo mejor viene de las víctimas y de su capacidad enorme de reconciliación. Hay motivos para la esperanza", redactó el profesor de Relaciones Internacionales Rafael Grasa, en el análisis Un ‘no’ inesperado, un acicate para la acción.

De los actores

Santos y Timochenko son quienes lideraron el proceso. Ellos eran los protagonistas. El día de la firma de los acuerdos de paz, el 26 de septiembre, por ejemplo, a más de una redacción de prensa llegaron las semblanzas del Presidente y del líder de la guerrilla, a través de las agencias internacionales. La biografía de Uribe no era parte de los despachos.

No obstante, los sorpresivos resultados configuraron un nuevo escenario político en Colombia, donde además de Santos y Timochenko, se reposicionó el liderazgo de Uribe.

Sobre este último actor, tras el triunfo del "No", Miguel Ángel Bastenier concluyó: "Pueden sacarse algunas grandes conclusiones de la consulta del domingo en Colombia. La victoria del "No" por unas decenas de miles de votos demuestra que el expresidente Uribe tiene una capacidad de convicción popular irresistible".

Esta semana, Santos se reunió con Uribe en la Casa de Nariño. La reconocida revista Semana retrató el encuentro de esta forma: "Con el triunfo del No en el plebiscito se cocinó este miércoles un escenario que pocos creían posible en la política (...). Cara a cara y sin intermediarios, ambos mandatarios se volvieron a cruzar para rescatar el acuerdo que el Gobierno y las FARC pactaron en La Habana y al que los colombianos le dijeron No el pasado domingo".

El horizonte de la paz

El domingo por la noche, la dirigencia de las FARC lamentó los resultados, pero Timochenko dijo que "mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro". El miércoles, tras reunirse con Uribe, Santos expresó que "la paz de Colombia está cerca y la vamos a alcanzar".

El horizonte de la paz que dibujó el resultado no deja lugar a matices. Carlos Hugo Laruta, quien participó del proceso de pacificación de la guerrilla de Guatemala, sostiene que "hay condiciones para que el proceso continúe", puesto que lo considera "irreversible". Agrega que los resultados del referendo muestran que la población "apoya el proceso, pero tiene observaciones a los acuerdos".

El analista Yezid Arteta Dávila considera que al uribismo le hubiera gustado que el "No" gane con un mayor margen de respaldo, lo que le hubiera puesto en un sitial para criticar los acuerdos, ganar réditos políticos sin adquirir un sólo compromiso con la paz y la reconciliación. Sin embargo, otro es el panorama tras los comicios.

"El expresidente Uribe cayó en la trampa de la paz que él mismo tendió y ahora está obligado a explicarle a los 6 millones y pico que votaron "No" al acuerdo -pero "Sí" a la paz- cómo diablos piensa evitar que una chispa no encienda la pradera. Cualquier conato de guerra en el país que implique una vuelta a la violencia del pasado, presiento, se la atribuirán al expresidente Uribe", sostuvo.

Hoy, el escenario es el siguiente: el gobierno, las FARC y el uribismo, ante el reto de allanar el camino hacia la paz. "Los personajes políticos como Santos, Uribe, Timochenko... van a tener que acomodarse a lo que ha dictado el protagonista (electorado). Han invitado al pueblo a la fiesta y el pueblo ha dicho su palabra: paz", afirma Laruta.

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Los tres puntos más polémicos del acuerdo
El Periódico / Bogotá

Los acuerdos de paz negociados durante casi cuatro años en La Habana entre el Gobierno colombiano y las FARC están recogidos en 297 páginas. El texto es un ambicioso proyecto de futuro para Colombia que regula desde el fin de la actividad armada de la guerrilla hasta su transformación en un partido político legal y la reinserción de los combatientes en la vida civil. Los puntos más polémicos del documento son:

1.- Sensación de impunidad: Los acuerdos establecen un cuerpo legal especial y tribunales especiales que otorgarán beneficios judiciales a los autores de crímenes durante los años del conflicto. Los que confiesen sus crímenes no irán a la cárcel pero sí tomarán parte en actos de "servicio a la comunidad" y "reparación", como el desminado, las reparaciones de infraestructuras y la ayuda a las víctimas. Además se concederán indultos y amnistías por "delitos políticos y conexos" que el Congreso decidirá cuáles son.

Para muchos colombianos resulta difícil de asumir que personas con las manos manchadas de sangre no tengan que pasar ni un día en la cárcel. El presidente Santos ha insistido que "la justicia perfecta no traerá la paz" y niega que exista impunidad. Pero no hay duda de que esta justicia paralela es un asunto muy polémico e incluso la oenegé Human Rights Watch ha valorado que el cuerpo legal establecido va demasiado lejos y constituye una "rendición de la justicia" que aleja a Colombia de los estándares internacionales.

2.- Las retribuciones de los guerrilleros: Los guerrilleros que se desmovilicen recibirán durante 24 meses una ayuda del Estado, mientras se reintegran a la vida civil. La asignación será del 90% del salario mínimo. Luego podrán acceder a una asignación única de casi 700 euros y ayudas para emprender un proyecto productivo.

Muchos colombianos no entienden la concesión de estos beneficios a guerrilleros que hayan cometido asesinatos y secuestros y lo consideran un agravio hacia quienes no tienen acceso a estas ayudas. Sobre esto plena además el misterio de la riqueza oculta de las FARC, que se ha lucrado con el narcotráfico. Algunas fuentes le estiman una fortuna 10.000 millones de euros. En el marco de los acuerdos, las FARC se han comprometido a declarar su riqueza para reparar a las víctimas.

3.- La transformación en partido político: A los puntos anteriores se suma que las FARC recibirán cinco escaños en el Congreso y otros cinco el Senado tras las elecciones del 2018 y 2022 aunque no lleguen al mínimo de los votos necesarios. Se crearán además 16 nuevas circunscripciones electorales. Los detractores del pacto temen que la transformación de las FARC -de ideología marxista e inspiradas por la revolución cubana- abra la puerta a políticas radicales de izquierdas en el país ya bautizadas como castrochavistas.

Estos opositores al acuerdo subrayan la influencia que tienen Cuba y Venezuela en este proceso por el hecho de que las conversaciones de paz se hayan celebrado en La Habana y personalidades venezolanas hayan actuado de mediadores. Los detractores acusan al presidente Juan Santos de "vender" al país.

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