Censo 2012 y pertenencia indígena: ¿hay crisis de identidad en el país?

Abecor
Los resultados del censo 2012, en lo que se refiere a la pertenencia étnica, generaron un intenso debate por la sorpresiva disminución de personas que se identificaron con algún pueblo o nación originaria, en comparación con los datos del operativo censal de 2001, y en el marco de una disputa ideológica entre oficialistas y opositores en torno al concepto de mestizaje.

El 58,2% de los bolivianos (4.032.014 habitantes) declaró no pertenecer a algún pueblo indígena, frente al 40,5% (2.806.592) que sí se reconoció como tal. En el censo de 2001, estos últimos llegaron al 62%.

Para algunos analistas los datos del reciente censo reafirman que Bolivia es un país de mestizos, mientras que otros esperan la difusión de los datos desagregados para sacar conclusiones.

Desde el Ejecutivo también se han conocido posturas. El 3 de agosto, el presidente Evo Morales manifestó su sorpresa por los resultados y advirtió que el país ingresó a una fase de “desclasamiento” y de “mayor mentalidad colonizadora”, aunque dijo que esto “es debatible”.

Tres días después, en su mensaje por el aniversario patrio, el Jefe de Estado sostuvo que “todos somos originarios, unos milenarios y otros contemporáneos”. Mientras que el vicepresidente Álvaro García Linera subrayó que “unos somos bolivianos” y otros “bolivianos indígenas”, por lo que habló de una identidad “compuesta”.

Desde el censo 2001, cuando se incluyó la pregunta de pertenencia étnica en la boleta censal, lo indígena originario empezó a proyectarse y visualizarse y el país comenzó a identificarse más con un rostro indígena.

Esto alcanzó su cenit con la elección de Morales, como primer Presidente boliviano de origen indígena; luego sobrevino la puesta en vigencia de la nueva Constitución (2009) donde, por ejemplo, se plasmó un capítulo exclusivo sobre los derechos de los pueblos indígenas que dio pie a la etapa de construcción del Estado Plurinacional, aún en marcha.

Desde la perspectiva oficial se concibió al movimiento indígena como la “fuerza motriz” de la construcción del Estado, y a la diversidad cultural, institucional, civilizatoria como algo inmanente de esta edificación. ¿Cómo explicar entonces esta notoria variación de cifras (del 62 al 40%) en tan sólo 12 años?

En busca de una explicación
El antropólogo Xavier Albó calificó a esta situación como un “revés” para el Estado Plurinacional y, en este entendido, hay al menos dos hipótesis como intento de explicación: que la rebaja de autoidentificación indígena se debe a la forma en cómo se planteó la pregunta censal -que habría generado un alto nivel de respuestas “erradas”-, o que estamos frente a una “respuesta política” al Ejecutivo.

Idón Chivi, jefe de la Dirección de Estudios y Proyectos del Ministerio de Comunicación, se adscribe al primer punto.

“En la construcción de la pregunta se ha priorizado la pertenencia y no en sentido de identificación. Entonces, esto no ha ayudado mucho a la respuesta de los censados. Si te preguntan ¿perteneces a la nación aymara? y tus abuelos son aymaras, pero tú ya no, vas a responder no. Entonces ha dependido mucho de la pregunta”, sostiene.

Las bases con las que se planteó esta interrogante en el censo 2001 difieren de las de 2012. Para el censo del año pasado se partió de la nueva Constitución, que establece la categoría unificadora “naciones y pueblos indígena originario campesinos”.
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En 2001 se carecía de esa referencia y en el censo se preguntó si se considera “perteneciente” a algún pueblo originario o indígena de una lista de cinco opciones y se incluyeron las alternativas “otro nativo” y “ninguno”.

En el operativo censal del año pasado se preguntó si “pertenece a alguna nación o pueblo indígena originario campesino o afroboliviano”.

Es importante señalar que los empadronadores no debían leer las opciones de respuesta (36) mientras la persona no responda afirmativamente, caso en el que le pedían escoger la opción. Las alternativas de respuesta adicionales fueron “no pertenece” y “no soy boliviana o boliviano”.

Albó se pregunta si los resultados se deberán en parte al filtro inicial en la pregunta (pertenece... sí/no), antes de especificar cuál. En todo caso, cree que es necesario esperar los resultados desagregados, y cruzarlos con otras variables como lengua, edad, lugares de origen y de residencia, y ocupación “para analizar más a fondo”.

Al otro lado de la vereda están quienes piensan que los datos tienen que ver con una respuesta política al Ejecutivo.

En esa línea está el especialista Pedro Portugal, quien sostiene que al apelar a una respuesta subjetiva (de autopertenencia) en realidad lo que la gente manifestó fue una “reacción” frente al Ejecutivo y las políticas que está llevando adelante en torno a lo originario.

“La gente que es indígena no se ha visto identificada con ese modelo ideológico ni con las aplicaciones de las políticas prácticas que se han desencadenado desde el Gobierno. Y de ahí la respuesta de una gran parte de la población es rechazar ese modelo al no identificarse como indígenas”, asegura.

Entre los factores por los que el sociólogo Pablo Mamani explica el resultado, está que se debe a “una política indigenista muy mal llevada por el régimen actual, donde se observó una gran diferencia entre el discurso cargado de retórica y una realidad que evidencia una política pública antiindígena”.

Mamani considera además que “no es cierto que haya menos indígenas que antes, sino que existe otra connotación de lo indígena”.

Pero también habla de un “etnocidio censal” y, por tanto, enfatiza en que el problema no radica en la gente, sino en el Estado, “que no tiene categorías adecuadas para medir esta nueva realidad”.

¿Y ahora qué?
Sea cual fuere la explicación, ¿será que el resultado del censo hará variar la estrategia del Gobierno que reivindica ante todo lo indígena?

“Lo que ocurrió es la derrota antelada de la vieja idea de la antropología, y esto afectara sólo al discurso del Gobierno, pero no a la visión indigenista general, que es una mirada externa del propio indígena”, afirma Mamani.

“Casos como éstos -agrega- ya sucedieron en México y Perú. El indigenismo por excelencia siempre ha sido una retórica de anulación, incorporación o etnocidio del indígena real. A este indigenismo le gusta hacer culto del indio ideal pero guerra total al indio real”.

Portugal sostiene que en 2001 los datos del censo expresaron “una expectativa de cambios necesarios, que aún deben darse”, mientras que los datos del censo 2012 muestran que es “necesario construir una nueva visión de país, retomar ciertos elementos que se han desechado muy rápidamente (como la cuestión del Estado nacional), y ver, sobre todo, elementos que nos unen, porque se ha exagerado en la reflexión de los elementos que nos separan”.

En cambio, Chivi sostiene que los resultados son un dato estadístico que no debe manejarse de forma política. Estima, además, que éstos “no van a complicar ninguna decisión política” del Ejecutivo.

“Hay que imaginar que si siete de cada diez bolivianos que no se considerarán indígenas, o suponer que no son masistas, o que no quieren el proceso de cambio, ahora mismo tendríamos un país movilizado contra el Gobierno, contra el proceso de cambio, y no hay eso. Entonces no conviene construir ficciones temáticas, teóricas, mediáticas, alrededor de un dato censal. Como lo ha dicho el Presidente, lo que se ve se anota, como dato censal”, sostiene.

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