El “factor vice” y la nueva Constitución: un antes y un después
Abecor |
En 1964, el vicepresidente René
Barrientos dio un golpe de Estado a su presidente Víctor Paz
Estenssoro, quien ante la consumación de la medida salió exiliado a
Perú. Muchos años antes, en el siglo XIX, el presidente Narciso
Campero exilió a su vicepresidente Aniceto Arce (1880-1881) por
discrepancias en torno al diferendo marítimo. Éste salió en
carruaje rumbo a Argentina.
Estos episodios muestran las facetas
del periplo del cargo del Vicepresidente en la historia del país.
Quizá muchos que ocuparon ese sitial pasaron desapercibidos, otros
terminaron su carrera política en ese pedestal, y sólo una minoría
llegó a ser presidente por distintas circunstancias (golpe de
Estado, enfermedad o muerte del primer mandatario, o sucesión
constitucional).
Ésta es pues la reflexión en torno a
un cargo que experimentó un antes y un después con la aprobación
de la nueva Constitución Política del Estado (febrero de 2009), que
creó atribuciones inéditas para esta segunda autoridad, comparables
con las facultades que ideó para este cargo el Libertador Simón
Bolívar, en los albores del nacimiento del país.
En estos párrafos, un historiador, un
sociólogo constitucionalista y una exautoridad del actual Gobierno
analizan esta figura de la institucionalidad nacional, hablan del
peso que tiene en la “Bolivia de hoy” y la incidencia que tiene
la candidatura a Vicepresidente en etapas electorales, de cara a las
elecciones presidenciales de este año.
El Vice, el heredero
Cuando Bolivia emergió a la vida
independiente, Bolívar redactó una Constitución que fue asumida en
la convención constituyente en 1825. En ella, el Libertador diseñó
la figura del Vicepresidente como un “heredero” del Presidente,
quien debía ocupar el cargo de forma “vitalicia”.
El Presidente ideado por Bolívar
-según el estudio El vicepresidente de la república: entre la
catalepsia y el servicio público, del historiador Mariano Baptista-
no intervenía en la actividad del Gobierno, dado que ésta estaba
confiada exclusivamente al Vicepresidente y a los ministros.
En sí, la función del Presidente,
según esa concepción, era ser garante de la Constitución. Pero
entre sus atribuciones tenía la potestad de nombrar a su
Vicepresidente, y también tenía la facultad de cambiarlo.
A diferencia de aquél, el
Vicepresidente -según ese trabajo- podía ejercer el Poder
Ejecutivo “en forma directa”, y debía despachar y firmar, por
ejemplo, en nombre de la república y del Presidente “todos los
negocios de la administración”.
Sin embargo, como anota el autor de ese
ensayo, la Constitución de Bolívar tuvo vigencia por el periodo que
duró la presidencia del Mariscal Antonio José de Sucre (1825-1828),
y de forma curiosa éste gobernó sin Vicepresidente.
Los cambios y facultades
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Ya en los siguientes textos
constitucionales y reformas posteriores, las potestades del Vice
variaron y se podría decir que en alguna medida se redujeron. Por
ejemplo, en 1834 se estableció que el Vice “podrá encargarse de
cualquiera de los ministerios del despacho, a juicio del Presidente”,
según Constituciones Bolivianas Comparadas (1826-1967), de Marcelo
Galindo de Ugarte.
En 1880 se establecieron las funciones
que primarían hasta la Constitución del 67, que fue renovada con la
de 2009, y que con ciertas variantes resume la función del Vice en
el siguiente enunciado: “Mientras el Vicepresidente no ejerza el
Poder Ejecutivo, desempeñará el cargo de Presidente del Senado sin
perjuicio de que esta cámara elija a su Presidente para que haga las
veces de aquél en su ausencia”.
Pero es a partir de 2009 cuando se da
el punto clave. La nueva Constitución, puesta en marcha aquel año,
establece que las atribuciones del Vice son: coadyuvar con el
Presidente en la dirección de la política general del Gobierno,
participar en las sesiones del Consejo de Ministros, participar
conjuntamente con el Presidente en la formulación de la política
exterior, así como desempeñar misiones diplomáticas, y coordinar
las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo y los gobiernos
autónomos.
“Hay un cambio, pues, sustantivo y
estructural que se ha producido con la nueva Constitución de 2009”,
comenta el sociólogo constitucionalista Ricardo Paz.
Este especialista sostiene que antes de
la Constitución de 2009 el Vicepresidente formalmente tenía dos
funciones: reemplazar al Presidente en caso de ausencia temporal o
definitiva y presidir el Congreso nacional.
En cambio ahora, anota, la nueva
Constitución establece que el Vicepresidente “es cabeza del Poder
Legislativo, pero a la vez cogestiona con el Presidente, es una
especie de copresidente”, lo que denota que “no solamente lo
reemplaza, sino cogobierna con el Presidente”.
Por estos motivos, Paz considera que
“el Vicepresidente tiene mucho más poder que el Presidente, porque
éste sólo es cabeza del Órgano Ejecutivo”. En cambio, asegura, “
el Vicepresidente es cabeza de un Órgano Legislativo y es cocabeza
del Órgano Ejecutivo”, lo que es “una figura de concentración
de poder muy grande”.
Hay quienes sostienen que desde antes
de la aprobación de la nueva Carta Magna, el vicepresidente Álvaro
García Linera ya tenía un peso prevaleciente en el Ejecutivo,
incluso mayor que sus predecesores en el cargo.
Uno de ellos es Rafael Puente,
exviceministro del Interior, quien asegura que antes de la redacción
de la nueva Constitución, el vicepresidente Álvaro García Linera
“asumió muchísimos trabajos, tareas y responsabilidades” en el
Gobierno.
“Yo estaba en el Gobierno como
viceministro y el Vicepresidente intervenía en muchas cosas, nos
reuníamos con él para muchas cosas; recuerdo que una vez renuncié
al cargo, por desacuerdo total con mi ministra, y él se encargó de
negociar, de mediar. Siempre cumplió muchas más funciones que los
vicepresidentes anteriores, de los que alguien dijo alguna vez que el
Vicepresidente es la quinta rueda del carro”, comenta.
Por ello, Puente afirma que la nueva
Constitución en realidad lo que hizo “fue constitucionalizar esas
atribuciones del Vicepresidente”. Esta exautoridad analiza el peso
y trayectoria de ese predominio específico del Vice hoy, y asegura:
“Ciertamente es una acumulación de responsabilidades políticas
muy notable, pero eso ha funcionado ocho años ya”.
¿Pero a qué se puede atribuir ese
peso que logró el Vice en el Gobierno? “En principio a que el
Presidente encontró, entiendo yo, nunca he hablado con ellos,
favorable para él contar con un Vice que podía llevar a cabo una
serie de tareas y asumir responsabilidades, lo que le permitió al
Presidente tener más tiempo para hacer las muchísimas cosas que
hace”, explica Puente.
Factor en el voto
Por las particularidades de la forma de
elección de las autoridades del Ejecutivo, el Presidente y el
Vicepresidente son elegidos en fórmula o binomio y no así por
separado, como los diputados.
Esto ayuda a comprender cómo en
periodos electorales la candidatura a Vicepresidente funge como una
suerte atrayente de voto. Sobre este elemento, coinciden los
consultados, siempre ha servido como un símbolo para captar
electorado. Se pone como ejemplo a Gonzalo Sánchez de Lozada, quien
llevó a Víctor Cárdenas en su binomio en 1993, y en 2001 a Carlos
Mesa; o a Morales con García Linera, como “un puente” con las
clases medias, entre otros motivos.
En la actualidad, por ejemplo, en las
reflexiones políticas se analizan posibilidades de que un eventual
candidato de unidad, que haga frente a Morales, vaya acompañado por
una mujer o del oriente del país, con el fin de sumar votos.
Paz sostiene que “es obvio que en
toda estrategia electoral se trate de maximizar los aspectos
favorables a la candidatura y que contribuyan a seducir al
electorado”, y que esa estrategia se basa en que en Bolivia se vota
por el Presidente y Vicepresidente en “fórmula”, y no
indistintamente.
Ahora bien, las razones de aquello Paz
lo identifica en que “un país que tiene estas profundas
diferencias de carácter regional, étnico, cultural siempre se ha
buscado el complemento, incluso el tema de género va a estar
presente ahora”.
Y es que -agrega- con la figura del
Vicepresidente se trata de dar una imagen de abarcar a lo más
posible de factores: regionales, sociales, incluso género o también
de edad.
Puente explica que esta práctica
tiene que ver con un “cálculo electoral”, que fue asumido por
todos los “presidentes exitosos” en su momento, y que además
seguirá vigente.
“La figura central a la hora de los
votos es el Presidente, pero si se acompaña de un Vicepresidente y
además de unos primeros candidatos al Senado y Diputados, que a su
vez atraigan votos, será mucho mejor”, afirma.
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