“Quienes ignoran la Participación Popular, desconocen el origen de su propia historia”, Carlos Hugo Molina



Carlos Hugo Molina, uno de los impulsores del proceso de la Participación Popular, responde al cuestionario de Ideas/La Frontera Dos.

- ¿Cuál es la significancia que tiene la Participación Popular para la "Bolivia de hoy"?
La incorporación plena a la vida cotidiana de categorías como ciudadanía, autonomía, territorio, transferencia de poder, competencias y distribución automática y efectiva de recursos a los municipios, departamentos y universidades; masificación de la gestión pública, incorporación de los actores sociales a la administración del Estado, reconocimiento de la diversidad cultural, multiplicación de liderazgos, creación de mancomunidades municipales, planificación participativa y desarrollo económico local, como políticas públicas... cada una de ellas forma parte del ideario y de la práctica de la democracia boliviana actual.


- ¿Cómo se pudo dar un proceso de esta naturaleza, habida cuenta que los poderes tienden a concentrar más poder?
El Gobierno aceptó que no podía manejarse el país desde el Palacio Quemado y desde las nueve capitales departamentales, y que transfiriendo poder, recursos y competencias, se podían desatar las capacidades creativas y construir desarrollo responsablemente.

La Participación Popular fue al aporte boliviano a los procesos de descentralización en América Latina y un modelo de gestión válido hasta ahora por su componente de contraloría social, gestión del desarrollo y fortalecimiento municipal. En muy poco tiempo, producto de las explicaciones y la socialización del proceso, se libró del estigma de "ley maldita" y se impuso por la apropiación que los propios líderes hicieron de ella, en todo el país. Es de justicia decir que no habría podido lograrse si el Poder no lo aceptaba... Gonzalo Sánchez de Lozada, Víctor Hugo Cárdenas y Miguel Urioste, con sus partidos, fueron los que garantizaron las decisiones políticas en el marco del Plan de Todos.


- ¿Cuál es el balance que hace a 20 años de la promulgación de la Ley de Participación Popular?
Nos tocó reinventar el país. No existían límites ni mapas municipales, los municipios terminaban en el radio urbano, el 42 % de la población no elegía a sus autoridades municipales, las organizaciones territoriales de base (juntas vecinales, organizaciones y pueblos indígenas y campesinos) asumían una conducta reivindicatoria y confrontacional por legítimos derechos. La gestión pública llegaba con los clasificadores presupuestarios y los sistemas de control, solamente a los poderes centrales, sus agencias, a nueve corporaciones, nueve prefecturas y 24 municipios que administraban recursos.

Lo más complicado en ese escenario fue apoyar la construcción de un Estado más allá del corporativismo, de los gremios, de los intereses de grupo, que eran quienes, bajo presión, lograban sus ventajas. La dinámica obligó a los partidos políticos a desconcentrarse y trabajar más con la gente.

¿Las sombras?, con el listado anterior es imposible suponer que no existieron; de cada uno de los puntos surgía un rosario de dificultades que debían resolverse en el tiempo; sin embargo, los detractores originales ya no existen y los que ignoran actualmente a la Participación Popular, desconocen el origen de su propia historia.

- ¿De qué forma se puede aprovechar mejor la Participación Popular, a la luz del proceso autonómico en curso?
La Participación Popular dejó de ser hace mucho tiempo una ley para convertirse en un proceso. Como tal, no habría podido lograrse sin acciones previas de la democracia boliviana.

Aunque existen otros antecedentes históricos, es la Guerra del Chaco la que nos obliga a sincerarnos y reconocernos; la Revolución del 9 de Abril, la fundación de la COB, Conaljuve, CSUTCB, CIDOB, las corporaciones regionales de desarrollo, las luchas cívicas por la descentralización, la aprobación de la Ley Orgánica de Municipalidades y la Ley SAFCO, el censo del año 1992, las organizaciones no gubernamentales fueron los instrumentos que ayudaron a sumar las posibilidades de una medida necesaria.

Los medios de comunicación social se sumaron responsablemente a la construcción de ciudadanía y se asoció la Participación Popular, con una fiesta. Los actuales programas sociales del Gobierno se asientan en ese andamiaje, indiscutiblemente.

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