La historia del Schindler de Bolivia: Una dimensión poco conocida de uno de los tres barones del estaño

Hochschild, a los 63 años de edad. Foto: Leo Baek Institute, Nueva York
 
El empresario minero Mauricio Hochschild salvó a varios judíos de los nazis; además de motivos humanitarios, este emprendedor buscó que aquellos contribuyeran a elevar la productividad agrícola del país.

Mauricio Hochschild fue uno de los barones del estaño. Pero hoy, gracias a recientes investigaciones, se conoce una faceta poco abordada sobre este personaje: mecenas para varios judíos, quienes escapaban del régimen nazi.

"De los tres barones del estaño, Mauricio Hochschild ha sido el menos tratado en la historiografía boliviana", comenta el politólogo e historiador León E. Bieber, quien es autor de la obra Dr. Mauricio Hochschild. Empresario minero, promotor e impulsor de la inmigración judía a Bolivia.

Este investigador comenta que hasta que publicó el libro, este año, no existía un sólo texto de historia o de ciencias sociales sobre esta personalidad. "Alusiones a él sólo se encontraban en pocas páginas, básicamente en el marco de trabajos sobre aspectos económicos y/o históricos de la realidad boliviana. Las referencias se centraban en su papel como rescatador de minerales y propietario minero, y, casi siempre, en su rol de empresario expoliador e insensible a cuestiones sociales", agrega.

Para el expresidente Carlos D. Mesa, debido al proceder de Hochschild, respecto a los judíos, se le puede comparar con el empresario Oskar Schindler, quien salvó a varios judíos de los nazis. Su historia inspiró la película La lista de Schindler de Steven Spielberg.

El contexto político

Robert Brockmann, quien trabaja en un libro sobre Germán Busch, explica que durante el gobierno de éste (1937-1939) se dio la apertura para la migración judía al país. De forma paradójica, explica, Busch estaba en ese momento buscando la identidad política de su gobierno y en ese sentido efectuó acercamientos "muy fuertes" con el régimen de la Alemania nazi. Sin embargo, fue él quien también abrió la posibilidad para la migración de los judíos que escapaban de ese régimen.

"Es muy interesante que Busch, por una parte, haya estado acercándose a los nazis, desde un punto de vista ideológico y sin embargo, desde el otro, hubiera abierto las fronteras de Bolivia a los judíos, que eran vistos por los nazis por lo menos que era una cosa mala y ahí Hochschild es sin duda el gestor personal de las gestiones que hubo qué hacer para traer a los judíos a Bolivia", expresa Brockmann.

El objetivo de Hoschschild

Además del objetivo humanitario de salvar vidas de sus congéneres del acoso de la política antisemita nazi, Hochschild buscaba generar un proceso migratorio de judíos a Bolivia con el fin de elevar la productividad agrícola del país. En ese marco es que buscó erigir un proyecto agrícola colonizador.

"Lo que sí es incuestionable es que el acoso cada vez mayor de los judíos en Alemania después de la designación de Adolfo Hitler al cargo de canciller fue determinante para que Hochschild se empeñase primero en hacer emigrar a los miembros de su familia de ese país y luego en apoyar a miles de fugitivos de ascendencia hebrea a radicarse en una república sudamericana, particularmente en Bolivia. En este sentido, no hay duda que tuvo una fuerte afinidad con sus congéneres", afirma Bieber.

Sin embargo, este especialista considera que interpretar el proceder de Hochschild respecto al masivo arribo de judíos a Bolivia en función de su origen religioso ofusca el principal motivo de su conducta.

"Ante y sobre todo, don Mauricio fue, como se ha destacado, un empresario emprendedor y visionario. El resuelto y concluyente apoyo que prestó para que judíos pudiesen inmigrar a Bolivia y sus incansables empeños para integrarlos económicamente a este país, no sólo surgieron de su afán por salvar vidas humanas, sino, concomitantemente, de una concepción netamente empresarial: traer al país elemento humano capaz de elevar su productividad y de este modo modernizarlo", explica.

En un cuestionario que este investigador respondió vía correo electrónico a Página Siete, comenta que el acta de la organización que el empresario creó, la Sociedad de Protección de los Inmigrantes Israelitas (SOPRO), estipulaba en sus estatutos integrar a los inmigrantes judíos "a la vida económica boliviana de manera productiva y, sobre todo, de orientarlos hacia la colonización agrícola".

En ese marco es que también Hochschild promovió y gestó el proyecto de la Sociedad Colonizadora de Bolivia, que si bien tuvo una fase ascendente los primeros años, al final fracasó.

En el cuestionario que el autor respondió, refiere que entre 1938 y 1940 llegaron a Bolivia aproximadamente 8.000 judíos.

La historia y el MNR

Pese a que la iniciativa que emprendió Hochschild se desarrolló durante la primera mitad del siglo XX, recién se está empezando a conocer esta faceta poco conocida del empresario minero.

Brockmann lo atribuye a que tras la revolución del 52 el Movimiento Nacionalista Revolucionario estableció una fórmula: "Había una patria y había una antipatria y la patria eran los bolivianos pobres y mineros y explotados; y la antipatria eran los tres grandes barones del estaño: Patiño Hochschild y Aramayo.

"Y en ese sentido la historia que nos ha legado el MNR es una historia absolutamente maniquea entre buenos y malos. No hay ninguna clase de posibilidad para esa directriz de la historia, debajo de la cual todavía vivimos hoy, de establecer una gama de grises, que las hay, muchísimo. Hemos crecido bajo esa idea de que los tres mineros eran absolutamente malvados y que no hay nada rescatable que hubieran hecho", comenta Brockmann.

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"La vida y obra de este hombre son poco conocidas"

León E. Bieber, Historiador

No me parece un acaso que de los tres barones del estaño Simón Patiño haya sido el hombre que en la historiografía de Bolivia llegó a acaparar a distancia de los otros la mayor atención. Era un boliviano nato, un mestizo que no había nacido en cuna de oro y quien gracias a su laboriosidad no sólo creó la empresa minera más grande que haya conocido ese país, sino que llegó a tener irradiación empresarial a nivel mundial; no por azar ha llegado a ser conocido como el rey del estaño.

Tamaña personalidad necesariamente tenía que llamar la atención tanto de apologistas como de denostadores en una medida que nunca correspondió a los dos otros barones. Cuando en la segunda década del siglo XX, la empresa de Patiño conocía un ascenso meteórico, Carlos Víctor Aramayo, el tercero de una dinastía de mineros que conoció su esplendor durante la explotación argentífera en la segunda mitad del siglo XVIII, ya había comenzado a opacarse para incluso tener que ceder su posición como segundo magnate minero a Mauricio Hochschild al cerrarse los años 20 del siglo pasado.

A diferencia de las dos personalidades nombradas, este último no había nacido en Bolivia (vio la luz del mundo en una pequeña ciudad alemana en 1881), país en el que vivió escasamente 23 años (de 1921 a 1944) y, además, ya en la tercera década de aquel siglo contaba con una empresa multinacional. A ello cabe agregar que hasta en las investigaciones realizadas por Carlos Antonio Tenorio L., hace escasamente cuestión de un lustro atrás, el acceso a bibliografía sobre Hochschild era un verdadero desafío, tanto si se considera la enorme dificultad de poder contar con fuentes primarias, así como el hecho que la mayor parte de la literatura sobre don Mauricio hasta el presente no está traducida al castellano. De ahí que en la parte final de mi citado libro señalo que tanto la vida como la obra empresarial de este hombre son, evidentemente, poco conocidas. Más adelante agrego que el saber sobre él "todavía puede ser profundizado en futuros estudios", y que quizás académicos o aficionados emprenderán algún día esta tarea.

Es cierto que últimamente han aparecido trabajos sobre Mauricio Hochschild. Así la ya mencionada investigación de Carlos Antonio Tenorio y la novela Los infames de Verónica Hormachea Gutiérrez. Ignoro las razones que han llevado a aquél y a ésta a interesarse por la figura del empresario minero. Mi obra es resultado de una inquietud por trabajar e investigar esta faceta tan desconocida de la historia boliviana y la suerte de que un buen amigo me ofreció la infraestructura para hacerlo.

Lo que considero que cabe rescatar de este esfuerzo por ocuparse nuevamente con la figura de un empresario de primera plana en la historia de Bolivia del siglo XX, es el hecho que a diferencia de las observaciones dispersas en diversos libros que existen sobre él y que responden básicamente a la tendencia del nacionalismo revolucionario en boga a consecuencia de la Guerra del Chaco y que perduró hasta al menos fines de los años 50 -tendencia que de manera absolutamente unilateral se ocupó de agraviar al biografiado- esta nueva literatura es más ponderada; en todo caso no sólo muestra los lados sombríos que con toda razón se le puede imputar a Mauricio Hochschild, sino también sus capacidades y virtudes.

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