La emblemática historia del vino chileno Mar para Bolivia


Captura Página Siete

Esta historia culmina con un cónsul boliviano brindando junto a amigos chilenos con el vino Mar para Bolivia. ¿El lugar del encuentro? Un viñedo cerca de Santiago. Pero empieza con un altercado entre ese diplomático nacional y un Canciller de Chile por el tema de la reintegración marítima. 
El boliviano es el historiador Mariano Baptista Gumucio, quien cumplió en ese país funciones diplomáticas entre 1998 y 2000. Quien se desempeñaba como canciller entonces es José Miguel Insulza, quien luego fungió como secretario general de la Organización de Estados Americanos. Hoy ya no está es ese cargo.
Baptista recuerda que en una audiencia que tuvo con el entonces presidente de Chile  Eduardo Frei,  después de hablar de diversos asuntos, derivaron en el tema de la mediterraneidad. Pero la respuesta de Insulza, que estaba en el encuentro, no era la que esperaba el diplomático boliviano. 
"Insulza fue durísimo y me dijo que si los bolivianos aspiraban a un acceso soberano al Pacífico, tenían que esperar al juicio final”, recuerda el historiador.

Sin embargo, al salir Baptista pensó que debía hacer algo para cambiar esa línea de pensamiento. "A raíz del fracaso que tuve en la charla con Insulza dije ‘no me puedo ir de Chile sin que la opinión pública o sectores importantes de Chile conozcan que hay una corriente de opinión chilena en favor de Bolivia’; y entonces me puse a investigar”, comenta.
De ese trabajo  resultó Bolivia – Chile. La Agenda inconclusa, el primer libro boliviano que se publicó en ese país. El texto contiene opiniones de presidentes y personalidades de Chile en favor de un advenimiento con Bolivia en torno al tema marítimo.

Meta: opinión pública 
El objetivo que se había trazado Baptista -incidir en la opinión pública- no era nada sencillo, debido a la desinformación que prevalece en ese país sobre el tema marítimo.

"Noté -ya había estado como periodista antes- que nuestros cónsules preferían guardar un perfil bajo y no respondían, por ejemplo, cuando salía una nota diciendo que el Silala era un río internacional… Ellos dejaban pasar eso y la gente lo  aceptaba como una verdad. Yo le mandé, en ese caso, una nota a El Mercurio aclarando la figura”,  afirma.

A la luz de aquello, Baptista considera que en la tarea comunicativa en Chile hay por delante aún mucho trabajo por hacer, dado que en ese Estado "no se entiende por qué Bolivia sigue reclamando, habiendo perdido la guerra y habiéndola provocado, según dicen ellos, con el impuesto que puso Daza de diez centavos a la exportación de salitre”. Algo que, juzga, es necesario aclarar.

Los 100 soldados chilenos 
De las palabras de Baptista se deduce que un trabajo de incidencia hoy por hoy se debe realizar con buen trato y con perspicacia. Entre las acciones que llevó adelante en ese marco están el homenaje que brindó a los 100 soldados chilenos que combatieron por Bolivia en la Guerra del Chaco  y la cena a la que invitó a los miembros de la Academia de Gastronomía de Chile (círculo en el que hay potentados empresarios), en la que la carta del menú llevaba estampada el escudo de Bolivia de 1879. 

"Uno no tiene que mostrarse arrogante, simplemente ir ampliando el círculo de amistades y de conocimientos de consulado general”, agrega.

Un vino emblemático
Antes de publicar el libro Chile-Bolivia. La Agenda inconclusa, Baptista tomó  las previsiones necesarias: envío los originales a la Cancillería boliviana, cuyas autoridades aprobaron la publicación; y no realizó una presentación pública.

"Lo distribuí gratuitamente a las Fuerzas Armadas, a los rectores, directores de periódicos, jefes de partido, pero no hice un acto público porque sabía que la Cancillería se iba a molestar y en efecto hubo una queja de Insulza y me sacaron”, cuenta. 

Es por eso que cuando sus amigos chilenos se enteraron de su salida le hicieron varios homenajes. El Centro de Estudios Chilenos, liderado por Pedro Godoy, fue una de las instancias que se sumó a las distinciones.

"Uno de los homenajes fue llevarme a un viñedo muy cerca de Santiago, del señor Bernando Becabarren, que también era simpatizante de la causa de Bolivia y ahí me entregó en presencia de varios amigos del centro de estudios chileno una caja”, comenta.

Becabarren dedicó una parte de su cosecha a un vino de variedad cabernet que se llamó Mar para Bolivia.

A ese homenaje, evoca Baptista,  asistieron al menos 60 personas. Tras la entrega de la bebida abrieron varias botellas y brindaron comiendo empanadas chilenas. 

Tiempo después, cuando el historiador  llegó a Bolivia, el dueño del viñedo le envió dos cajas más. "Se me han agotado con el tiempo”, lamenta.

Con todo, la pregunta que sale a relucir es cómo debe acercarse a un boliviano a la intelectualidad y élite chilena. “Con paciencia y con dignidad. No digo con humildad porque en Chile el que se humilla pierde”, responde Baptista.

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